sábado, 31 de mayo de 2014
viernes, 30 de mayo de 2014
martes, 20 de mayo de 2014
martes, 13 de mayo de 2014
El Barón rampante de Ítalo Calvino
Tarea
Mirar el Book Trailer en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=3U5Ui9FnwFw
¿Qué es un book trailer?
Bueno, como acaban de
ver, es un pequeño video (como los que se hacen de las películas) que
promociona o anticipan un libro nuevo en Internet, para captar un nuevo tipo de
lector más vinculado a las series y la televisión, para sorprender, para
presentar con fuerza un autor nuevo, o para darle tridimensionalidad a un
personaje, que a veces es real (como en el caso de las biografías) y tiene una
vida rica en imágenes fuera de esa obra escrita. El book trailer no pretende
contar un libro, sino que está más cerca de ser la adaptación cinematográfica
de la contratapa que de la obra entera. Como mucho, se refleja el tono, el
género, quizás algunas frases emblemáticas, y a veces, (si la naturaleza de la
novela lo permite) el argumento.
Para saber un poco más: http://www.booktrailersweb.es/
Propuesta
de trabajo:
En parejas, vamos a elaborar un Book Trailer de El Barón
Rampante de Ítalo Calvino. La intencionalidad de nuestro corto será la
de seducir futuros lectores, provocar sus ganas de leer esta novela.
Les sugiero visitar esta
página donde el autor presenta una
visión crítica del book trailer, propone tips muy atinados para elaborarlos y
da varios ejemplos para fundamentar su valoración de este género:http://www.microrevista.com/la-guia-definitiva-del-book-trailer-espanol/
. Además, hay buenos tutoriales en Youtube.
El producto final deberá editarse en Youtube
y subirse al blog hasta el 30 de mayo.
En forma individual, elegir tres
trabajos de sus compañeros y comentarlos, identificándose al hacerlo.
miércoles, 7 de mayo de 2014
''Mi propio infierno''
Recién estaba amaneciendo,
hacia frio y había una niebla que no me permitía ver nada. Eran las mismas calles que caminaba hace unas
ocho horas, pero en el sentido contrario. No solo hay luz, sino que tengo el
maquillaje corrido, me duelen los pies y mi paso es algo zigzagueante. No
lograba entender que hacia volviendo a mi casa a esa hora ,no comprendía porque
lo seguía haciendo si ya no quería saber nada con respecto a eso, pero sin
embargo lo elegía, elegía olvidarme de lo triste que era mi vida,sentirme en
paz por aunque sea unas pocas horas pero ¿para qué? Si después todo seguía
igual.
Decidí sentarme en
el suelo, apoyada en un local de ropa, pasaron veinte minutos y me levante,
caminé hacia la parada del colectivo, con menos ánimo que el de antes. A pocos
minutos de que llegue, una señora se acercó hacia mí y me pregunto si estaba
esperando hace mucho tiempo el colectivo ,groseramente, le conteste que no. Me
sentí horrible por la manera en la que le contesté,le pedí disculpas y me
sonrió. Pasaron cinco minutos y vino el
colectivo,deje subir a la señora primero y saque boleto.
Me senté lo más
atrás posible,me puse los auriculares,cerré los ojos y me acomodé. Era un viaje
bastante largo el que debía hacer. Me quede medio dormida. Me levante apurada y
toque timbre. Al levantarme empuje a un chico y se le cayó un libro. El libro
se llamaba ‘’Mi propio infierno’’ en ese momento se me pasaron mil cosas por la
mente y empecé a pensar en internarme,para recuperarme. Levante el libro y sin
mirarlo,se lo dí. Baje rápido.
Llegue a mi casa,
estaba todo oscuro, no había nadie,no sabía donde estaban. Me saqué las zapatillas,
me lave la cara y me acosté.
Me daba el sol en
la cara, hacía mucho calor,me desperté agitada. Eran las cuatro de la tarde. Mis hermanos ya estaban en
casa,durmiendo como de costumbre. Más tarde,
busqué lugares para adictos, encontré uno lejos de mi casa,lo cual iba a ser
mejor,ya que si buscaba un lugar cerca,me iba a escapar.
No estaba segura de
lo que estaba haciendo, sabía que era lo mejor,pero también sabía que apenas entrara a ese lugar
me iba a querer ir. Pasaron días y tomé
la decisión. Espere que mis hermanos se fueran
y escribí una nota: ‘’ Me voy,por un tiempo. Va a ser lo mejor,cuando
vuelva todo va a cambiar’’. La deje en la mesa y me fui.
No hay palabras que
describan lo que sentía en ese momento,estaba orgullosa de mi por tomar esa
decisión,pero también tenía miedo,estaba angustiada.
Llegue al lugar
cerca del mediodía. Me atendió una mujer muy simpática, delgada y baja. Tenía
el pelo rizado, de color castaño. Se la notaba cansada, pero alegre. Me hizo
pasar y espere un rato. Luego me dieron un cuarto. Era un cuarto
grande,luminoso,tenía una ventana que daba al parque del lugar. Era realmente
muy lindo y espacioso. Claro que no estaba sola,lo compartía con una chica. Era
seria,ni siquiera me saludo. Pálida y con una mirada fría. Muy delgada. Me enteré que estaba en la granja hace dos
años y que intento escapar unas nueve veces.
Ese día fue muy
particular,dibujamos,conocí gente nueva. Pero eso solo duro un par de
días,luego a medida que pasaba el tiempo tenia cada vez más ganas de irme. Debo
confesar que intente escaparme un par de veces,pero no funciono.
Hace un par de años
que estoy en la granja y creo que fue la mejor decisión que tomé en mi trágica
y corta vida. Ahora me siento libre,libre de mi misma. Con ganas de hacer
cosas,de crecer día a día. Aunque extraño a mis hermanos. Supongo que en poco
tiempo me darán el alta.
Abril Dujaut y Milagros 4º1era
Mímesis - Sofía Cabanchik y Abril Rodríguez Bompas
Escuchó las sirenas del auto de
policía acercándose y recién ahí fue cuando volvió a su realidad. Era una noche
fría, la lluvia caía por la ventana y el viento producía un sonido
estremecedor. “¿A dónde se dirigían? ¿Qué habría pasado?” eran algunas de las
preguntas que pasaban por su cabeza. Fueron respondidas inmediatamente en el
momento en que sonó el timbre de su casa. La policía. En ese instante atinó a
mirar a su alrededor y pudo observar el rojo vivo salpicado sobre las blancas
paredes. Goteaba. Reconoció aquel cuerpo que yacía a su lado inerte, era
Olivia. Se le llenaron los ojos de lágrimas al ver el estado en el que estaba.
Descuartizada, cada uno de sus miembros habían sido arrancados, el asesino no
había tenido piedad. Pudo reconocerla gracias a que su cara era la única parte
sin rastro de maltrato.
Los últimos recuerdos que tenía se relacionaban con el pasado martes. Había sido un día agotador y no tuvo mejor idea que ir a la biblioteca y elegir un libro para despejar su cabeza. Normalmente le fascinaban las historias de ciencia ficción y terror, por lo que se dirigió directamente a esa sección. Tomó el último libro de la estantería y se sorprendió al ver que era anónimo. Sus tapas completamente negras no tenían título ni autor y el relato comenzaba en la primera página sin ningún tipo de introducción. Le llamó tanto la atención que decidió llevárselo.
La historia lo atrapó fácilmente. Se trataba de una pareja que entre conflictos y reconciliaciones había generado un grado de odio que sólo era comparable con el amor que sentían el uno por el otro. El libro relataba su última pelea, que parecía la más trágica y terminante. Tomó lugar en una habitación de paredes blancas que de un segundo a otro pasaron a estar pintadas de sangre. Él, el protagonista, había tomado la drástica decisión de acabar con la vida de su amada para así terminar con el propio sufrimiento. No sólo la había asesinado sino que previamente la había torturado. Sin embargo la violencia no tardó en convertirse en dolor. Al no poder soportar una vida sin ella, colocó una pistola en su boca y jaló del gatillo.
Él se sorprendió al ver el parecido que existía entre la escena del asesinato del libro y la realidad que estaba viviendo. Observó a los policías de reojo y notó que ellos miraban sus manos. Agachó la mirada hacia ellas y pudo verlas manchadas de sangre. No comprendía. “¿Quién había asesinado a Olivia?” era la única pregunta que circulaba por su cabeza, pero la respuesta lo asustaba tanto o más que el hecho de saber que Olivia ya no estaba. Empezó a relacionar los hechos. Inclinó la vista al costado de sus temblorosas piernas y la vió, una pistola. Sabía que no hacía falta, pero igual dirigió una mirada fugaz al sillón donde se encontraba el libro. Aquel libro que marcaría su destino, responsable de esta locura que lo atormentaba. No lo dudo ni un segundo, tomó la pistola, la introdujo en su boca y el dolor se acabó para siempre.
Los últimos recuerdos que tenía eran del martes pasado. Había sido un día agotador y no tuve mejor idea que ir a la biblioteca y elegir un libro para despejar mi cabeza. Normalmente me fascinaban los policiales y las historias de terror, por lo que me dirigí directamente a esa sección. Tomé el último libro de la estantería y me sorprendí al ver que era anónimo. Sus tapas eran completamente negras excepto por un pequeño dibujo en una de las esquinas. Dos personas, un hombre y una mujer, de espaldas y tomándose la mano. Sin embargo, y contrario a lo que parece, la imagen no expresaba amor sino que era bastante oscura. El pelo de la mujer era muy parecido al de Olivia y seguramente eso fue lo que determinó que finalmente me haya llevado el libro. No tenía título ni autor y el relato comenzaba en la primera página sin ningún tipo de introducción.
La historia me atrapó fácilmente. Estaba narrada en primera persona. Giraba en torno a la relación del protagonista con su novia. Éste, un adulto joven, cuenta las cosas desde su punto de vista. Una típica historia sobre problemas de pareja: él que trabaja mucho, ella que lo extraña; ella que se deja llevar por la vida, libre, él que se ve acorralado por horarios y reuniones; él siempre de traje y corbata, ella siempre con polleras largas y sueltas. A medida que pasan las páginas ella comienza a distanciarse. En un principio, muy sutilmente, muy de a poco, todo muy medido. Luego cada vez más y más, hasta que ya ni se molesta en intentar disimularlo. Él, que no había captado ninguna de las señales e indirectas que ella le había mandado (primero casi imperceptibles y luego totalmente frecuentes y notorias) cae en la cuenta demasiado tarde. Ella ya se había ido.
Lo siguen un par de capítulos en los que nunca se menciona el paradero de la chica y que cuentan cómo él había caído en una profunda depresión que le había costado su trabajo. Unos meses después terminó por echarle la culpa de su miseria a ella, ya no la extrañaba, la odiaba. Hasta ahí había llegado, todavía me faltaba leer los capítulos finales. Esperaba que la historia diera un giro de 360°porque el libro lo había sacado de la sección de policiales y terror y todavía no veía ningún indicio que indicará que efectivamente estaba ubicado en el lugar correcto y que ningún bibliotecario aburrido o simplemente distraído lo había puesto allí por equivocación.
Abrí a los policías. No comprendía, estaba mareado y no lograba tranquilizarme. Me caían gotas de sudor por la frente, la nuca, la espalda. Mis manos húmedas con suerte podían agarrar el picaporte sin que se me resbalara. No me cerraba nada. ¿Quién había asesinado a Olivia? ¿Cómo los policías se habían enterado de lo ocurrido, si el único que podría haberlos llamado era yo y yo no lo había hecho?
Observé a los policías de reojo y noté que ellos miraban mis manos. Agaché la mirada hacia ellas y pude verlas manchadas de sangre. No podía ser. No. Mire el cuerpo de Olivia. Tenía puesta una pollera. Ella no solía usar polleras. Haciendo caso omiso a las órdenes de los policías que me indicaban no moverme me fui acercando y, tratando de ahuyentar el pánico y el dolor que esto me producía, di vuelta el cuerpo. Éste quedó mirando para arriba. No era Olivia. No era nadie que yo conociera y nunca en mi vida había visto esa cara. ¡Pero tenía el pelo tan parecido al de Olivia! La felicidad que me produjo saber que Olivia no había muerto me duró apróximadamente medio segundo, Después centré mi mirada en la pollera y entendí. No era posible. Corrí al baño, me paré frente al espejo y me miré ¿quién era ese hombre de traje y corbata que me devolvía la mirada a través del vidrio? Parpadeé y el hombre de traje y corbata parpadeó, me moví y el hombre de traje y corbata se movió. Miré nuevamente a mí alrededor. No iba a hacer falta terminar de leer el libro, ya sabía el final.
Los últimos recuerdos que tenía se relacionaban con el pasado martes. Había sido un día agotador y no tuvo mejor idea que ir a la biblioteca y elegir un libro para despejar su cabeza. Normalmente le fascinaban las historias de ciencia ficción y terror, por lo que se dirigió directamente a esa sección. Tomó el último libro de la estantería y se sorprendió al ver que era anónimo. Sus tapas completamente negras no tenían título ni autor y el relato comenzaba en la primera página sin ningún tipo de introducción. Le llamó tanto la atención que decidió llevárselo.
La historia lo atrapó fácilmente. Se trataba de una pareja que entre conflictos y reconciliaciones había generado un grado de odio que sólo era comparable con el amor que sentían el uno por el otro. El libro relataba su última pelea, que parecía la más trágica y terminante. Tomó lugar en una habitación de paredes blancas que de un segundo a otro pasaron a estar pintadas de sangre. Él, el protagonista, había tomado la drástica decisión de acabar con la vida de su amada para así terminar con el propio sufrimiento. No sólo la había asesinado sino que previamente la había torturado. Sin embargo la violencia no tardó en convertirse en dolor. Al no poder soportar una vida sin ella, colocó una pistola en su boca y jaló del gatillo.
Él se sorprendió al ver el parecido que existía entre la escena del asesinato del libro y la realidad que estaba viviendo. Observó a los policías de reojo y notó que ellos miraban sus manos. Agachó la mirada hacia ellas y pudo verlas manchadas de sangre. No comprendía. “¿Quién había asesinado a Olivia?” era la única pregunta que circulaba por su cabeza, pero la respuesta lo asustaba tanto o más que el hecho de saber que Olivia ya no estaba. Empezó a relacionar los hechos. Inclinó la vista al costado de sus temblorosas piernas y la vió, una pistola. Sabía que no hacía falta, pero igual dirigió una mirada fugaz al sillón donde se encontraba el libro. Aquel libro que marcaría su destino, responsable de esta locura que lo atormentaba. No lo dudo ni un segundo, tomó la pistola, la introdujo en su boca y el dolor se acabó para siempre.
Texto reescrito
Escuché las sirenas del auto de policía acercándose y recién
ahí fue cuando volví a la realidad. Era una noche fría, la lluvia caía por la
ventana y el viento producía un sonido estremecedor. “¿A dónde se dirigen?” “¿Qué
habrá pasado?” eran algunas de las preguntas que pasaban por mi cabeza. Fueron
respondidas en el momento en que sonó el timbre de la casa. La policía. En ese
instante atiné a mirar a mí alrededor y pude observar el rojo vivo salpicado
sobre las paredes. Goteaba. Un cuerpo yacía a mi izquierda, rodeado por un
charco de sangre. El cuerpo estaba de espaldas y no se le veía la cara pero igualmente
reconocí a mi novia. La reconocí gracias a su pelo, ese pelo tan propio y tan
único, el de Olivia. Se me llenaron los ojos de lágrimas al ver cómo estaba. Muerta.
Los últimos recuerdos que tenía eran del martes pasado. Había sido un día agotador y no tuve mejor idea que ir a la biblioteca y elegir un libro para despejar mi cabeza. Normalmente me fascinaban los policiales y las historias de terror, por lo que me dirigí directamente a esa sección. Tomé el último libro de la estantería y me sorprendí al ver que era anónimo. Sus tapas eran completamente negras excepto por un pequeño dibujo en una de las esquinas. Dos personas, un hombre y una mujer, de espaldas y tomándose la mano. Sin embargo, y contrario a lo que parece, la imagen no expresaba amor sino que era bastante oscura. El pelo de la mujer era muy parecido al de Olivia y seguramente eso fue lo que determinó que finalmente me haya llevado el libro. No tenía título ni autor y el relato comenzaba en la primera página sin ningún tipo de introducción.
La historia me atrapó fácilmente. Estaba narrada en primera persona. Giraba en torno a la relación del protagonista con su novia. Éste, un adulto joven, cuenta las cosas desde su punto de vista. Una típica historia sobre problemas de pareja: él que trabaja mucho, ella que lo extraña; ella que se deja llevar por la vida, libre, él que se ve acorralado por horarios y reuniones; él siempre de traje y corbata, ella siempre con polleras largas y sueltas. A medida que pasan las páginas ella comienza a distanciarse. En un principio, muy sutilmente, muy de a poco, todo muy medido. Luego cada vez más y más, hasta que ya ni se molesta en intentar disimularlo. Él, que no había captado ninguna de las señales e indirectas que ella le había mandado (primero casi imperceptibles y luego totalmente frecuentes y notorias) cae en la cuenta demasiado tarde. Ella ya se había ido.
Lo siguen un par de capítulos en los que nunca se menciona el paradero de la chica y que cuentan cómo él había caído en una profunda depresión que le había costado su trabajo. Unos meses después terminó por echarle la culpa de su miseria a ella, ya no la extrañaba, la odiaba. Hasta ahí había llegado, todavía me faltaba leer los capítulos finales. Esperaba que la historia diera un giro de 360°porque el libro lo había sacado de la sección de policiales y terror y todavía no veía ningún indicio que indicará que efectivamente estaba ubicado en el lugar correcto y que ningún bibliotecario aburrido o simplemente distraído lo había puesto allí por equivocación.
Recordé algo más. Una imagen de
Olivia agarrando el libro y comenzando a leerlo (aprovechó que yo me distraje
con un partido de fútbol y dejé el libro sobre la mesa).
Abrí a los policías. No comprendía, estaba mareado y no lograba tranquilizarme. Me caían gotas de sudor por la frente, la nuca, la espalda. Mis manos húmedas con suerte podían agarrar el picaporte sin que se me resbalara. No me cerraba nada. ¿Quién había asesinado a Olivia? ¿Cómo los policías se habían enterado de lo ocurrido, si el único que podría haberlos llamado era yo y yo no lo había hecho?
Observé a los policías de reojo y noté que ellos miraban mis manos. Agaché la mirada hacia ellas y pude verlas manchadas de sangre. No podía ser. No. Mire el cuerpo de Olivia. Tenía puesta una pollera. Ella no solía usar polleras. Haciendo caso omiso a las órdenes de los policías que me indicaban no moverme me fui acercando y, tratando de ahuyentar el pánico y el dolor que esto me producía, di vuelta el cuerpo. Éste quedó mirando para arriba. No era Olivia. No era nadie que yo conociera y nunca en mi vida había visto esa cara. ¡Pero tenía el pelo tan parecido al de Olivia! La felicidad que me produjo saber que Olivia no había muerto me duró apróximadamente medio segundo, Después centré mi mirada en la pollera y entendí. No era posible. Corrí al baño, me paré frente al espejo y me miré ¿quién era ese hombre de traje y corbata que me devolvía la mirada a través del vidrio? Parpadeé y el hombre de traje y corbata parpadeó, me moví y el hombre de traje y corbata se movió. Miré nuevamente a mí alrededor. No iba a hacer falta terminar de leer el libro, ya sabía el final.
El triste final de un ídolo
Su
nombre es Peter Walker, nació en Texas, Estados Unidos. Su infancia
fue triste. Su padre fue sargento de la Fuerza Aérea de los Estados
Unidos y su madre enfermera.
Peter
tenía mucho miedo a su padre, ya que abusaba físicamente de él y
de su madre. Tuvo una hermana siete años menor.
Cuando
cursó la primaria, Peter fue víctima de bullyng por parte de sus
compañeros porque no era un buen atleta... consumió drogas desde
muy jóven, tuvo trastornos psíquicos.... y hasta intentó
suicidarse.
Peter
fantaseaba con tener el poder de un dios sobre un grupo de "pequeñas
personas" imaginarias. Su banda favorita fue la de Los Beatles.
Peter
fue siempre un muy buen trabajador.
Cierta
vez, un amigo, le recomendó el libro des Salinger "El guardián
entre el centeno". La historia de este libro influyó sobre
Peter y tuvo gran importancia en su vida. Declaró que deseaba
modelar su vida a imagen de la del protagonista: Holden Caulfield.
Peter
obtuvo trabajo como guardia de seguridad por las noches y en ese
lapso comenzó a beber. Desarrolló una serie de obsesiones que
incluían al libro que marcó su vida: "El guardián entre el
centeno", así también como la música y en especial a uno de
los integrantes de su banda favorita: John Lennon.
Su
ídolo: John Lennon, difundía la paz en el mundo y era uno de sus
grandes representantes.
A
fines de 1980, Peter fue hasta el lugar donde vivía Lennon y le
disparó por la espalda causándole la muerte. Esto sucedió en Nueva
York. Peter, había dado muerte a su estrella favorita.... Pero sin
seguir los patrones habituales de un homicidio...ya que evitó la
publicidad y se negó a dar entrevistas.
Esa
mañana, Peter había comprado un ejemplar del libro "El
guardián entre el centeno" , donde escribió: "Esta es mi
declaración" y la firmó como Holden Caulfield, llevándolo con
él. Después del disparo, Peter permaneció en el lugar hasta que
llegó la policía.
Yo
saqué mi libro y comencé a leerlo por tercera vez... quería
entender algo de lo que pudo llevar a Peter a tomar esa decisión tan
inexplicable....
RIAL
– KATZ 4to. 1a. T.M.
lunes, 5 de mayo de 2014
La inexplicable muerte del señor Núñez
En una cálida tarde
de verano, estaba en la plaza que se situaba a dos cuadras de mi casa, leyendo
un libro que me habían regalado para mi cumpleaños que había sido hace unos días. Ese libro era uno de aquellos policiales en el cual, el protagonista
era un personaje muy inteligente que resolvía casos imposibles, que solo él
podía resolver, como Sherlock Holmes.
En la vereda de
enfrente, en la casa más grande, había ocurrido un homicidio. Habían asesinado
a Tomás Núñez, que era dueño de una empresa de seguros. Tenía una esposa que, al pasar los años como vecinos, nos
hicimos amigos. Ayer, cuando volví de hacer las compras, me encontré a la
señora Núñez sentada en un banco de la plaza muy triste; así que me acerqué y
charlamos un largo rato. Luego de varias horas de conversación, me contó que la
policía no pudo encontrar información alguna sobre la muerte de su esposo, así
que le ofrecí mi ayuda, ya que me estaba haciendo viejo y tenía ganas de hacer
algo en mi tiempo libre. Así que me dijo todo lo que sabía sobre su esposo para
que yo pudiera iniciar mi investigación. Todos los datos que me había brindado
la esposa del fallecido era que el cuerpo de Tomás lo habían encontrado
envenenado. También me contó que con su único hermano tenían una enemistad muy
grande, debido a que el hermano, cuando trabajaba con él, le sacaba plata hasta
que él se enteró y lo despidió. El hermano
se había ido de la empresa enojado y se dejaron de hablar.
Al día siguiente me
levanté temprano y me dirigí a un bar para encontrarme de vuelta con la señora Núñez.
Mientras la esperaba, seguí con mi lectura del libro que me habían regalado. Se
trataba de un hombre que llevaba una vida muy aburrida, sin emociones, hasta
que un día, sin darse cuenta, se enredó en una investigación de un homicidio. El
tiempo pasaba y ella no aparecía, así que la llamé y me dijo que al final no
podía ir porque estaba muy ocupada. Entonces, me quedé leyendo un poco más y después
me dirigí a la casa del hermano del difunto para hacerle una serie de preguntas.
Llegué a la casa, golpeé la puerta, y escuché una voz que atravesaba la puerta
preguntándome quien era y yo le respondí, mintiéndole, que era un detective y
que necesitaba hablar con el dueño de la casa por la muerte de su hermano. Una
vez que se abrió la puerta, salió un hombre de aproximadamente treinta años, y
me dijo que pase. Cuando entramos me ofreció una taza de café, la cual yo acepte.
Nos sentamos en la mesa y comencé con mis preguntas. Él me dijo datos que la
esposa de Núñez no me había dicho. Me contó que la esposa, al morir Tomás, había
heredado la casa junto con la plata, lo cual a él le resultaba muy sospechoso,
porque antes del incidente que había tenido con Tomás, notó que él y su esposa
se peleaban mucho. Después le pregunté sobre ese incidente que había tenido con
su hermano y él me dijo que se sentía muy apenado por lo sucedido porque se dio
cuenta que había estado muy mal lo que había hecho; y se sentía triste por
perder la oportunidad de haberse disculpado y arreglar las cosas con Tomás. Una
vez terminado le di las gracias y me retiré de su casa para ir a la empresa de
seguro a hablar con los empleados. Mientras viajaba, me quedé pensando en lo
que me había dicho el hermano de Tomás, sobre lo que me contó sobre la señora Núñez.
Yo no quería pensar que ella hubiera llevado a cabo el asesinato de su esposo,
pero era muy sospechosa. Una vez que llegué a la empresa, me reuní con el mejor
amigo del fallecido, llamado Pablo, que antes trabajaba para él y le pregunté si podía hacerle algunas
preguntas sobre su mejor amigo . Todo lo que me había dicho ya lo sabía, pero me dijo
que Tomás, unos días antes de que fuera asesinado, le había contado que
descubrió a su esposa engañándolo con uno de sus amigos, pero ella no se había
dado cuenta que él los vio y Tomás prefirió no decírselo.
Con todos los datos
que me habían brindado el hermano y el mejor amigo de Tomás Núñez, estaba casi
seguro que la persona que lo había matado fue su propia esposa, pero no tenía
pruebas, así que decidí visitar a la señora Núñez para, cuando se distraiga,
investigar en la casa con la excusa de contarle los datos que había encontrado.
Al llegar a la casa, me recibió el mayordomo de la señora Núñez. El me dijo que
ella tardaría en llegar pero que podía esperarla adentro de la casa. Mientras
la esperaba aproveché para hacerle preguntas al mayordomo. No me dijo nada que
no supiera pero mientras hablaba con él, noté que había una cosa en la esquina
de la pared que apenas se notaba, y le pregunté que era y me dijo que era una
cámara. Me dijo que había cámaras en todas las habitaciones, que las había
puesto el señor Núñez antes de morir, y que era un secreto entre ellos, pero el mayordomo
no sabía porque no lo tenía que saber la dueña de la casa. Más tarde, supuse,
que con las cámaras, se dio cuenta que su esposa lo engañaba.
Luego, le pedí al
mayordomo si me podía mostrar todo lo que se había grabado el día del crimen, y
el accedió a mostrarme. Aproveché que la
señora Núñez no llegaba hasta las siete, así que me quedé observando las
grabaciones. No encontraba nada hasta que vi algo que me dejó impactado. A las
diez de la noche de ese día, la señora Núñez le sirvió una copa de vino a su
esposo, pero antes de servírselo, le había puesto algo a la copa, que mas tarde
supe que lo que le había puesto era cianuro. Él se lo tomó y, al cabo de unos
minutos, se desplomó.
Al ver esto, llamé
a la policía enseguida y cuando vinieron les conté todo y les mostré la
grabación. Cuando llegó la señora Núñez, la policía la interrogó y se la
llevaron a la comisaría.
Luego de unos
meses, en el juicio, la señora Núñez confesó que fue ella quien llevó a cabo el
asesinato para quedarse con la herencia de su esposo y vivir con su amante. El
juez la declaró culpable y se la llevaron a la cárcel.
Debido a este caso
que resolví, no había tenido tiempo para terminar el libro, pero hace unos días
lo terminé. El protagonista termina resolviendo el caso y se encuentra al
culpable del homicidio, luego, por resolverlo, es contratado como detective, y
se le termina el aburrimiento que antes tenía. Bueno ahora me despido porque la
policía me llama para resolver otro caso.
Ariel Viñales, Nahuel Campagne, Ivan Ioshimitsu
Semana del Libro y la Lectura
- Armar equipos de 2 ó 3 integrantes.
- Buscar imágenes (las hay muy buenas, por ejemplo en PINTEREST).
- Seleccionar textos (fragmentos narrativos o teatrales o poemas). Si se animan, escriban sus propios mensajes.
- Componer el afiche. Pueden usar una herramienta digital como GLOGSTER o GIMP.
- No olvidar citar autor de la cita, autores del afiche y su curso.
- Hacer una buena impresión.
- Traerla a la escuela para compartirla.
La presentación vence el 21 de mayo, así llegamos con más tiempo.
sábado, 3 de mayo de 2014
Lo que sobrevivió
La llamé hasta cansarme con el teléfono de casa pero, como era de
esperar, estaban todos probablemente pasados de alcohol. Si mis padres notaban
que lo había perdido otra vez, me aniquilarían. Así que me puse mi abrigo y
bajé sigilosamente para no despertar a mis padres y me dirigí hacia la puerta.
En el transcurso noté una luz que salía del cuarto de mi hermano. Me asomé y lo
vi dormido con un libro bajo el brazo. No le presté importancia y me fui, la
casa de mi amiga no quedaba muy lejos.
Llamé a la puerta y me atendió un chico que no estaba en sus mejores condiciones. Pasé de largo, fui directamente en busca de mi celular y, en cuento lo tomé, Valen me insistió para que me quedara unas horas más en la fiesta ya que habían puesto buena música. Había perdido, literalmente, la noción del tiempo y en cuanto vi la hora, corrí a casa. En el transcurso del camino observé enormes cantidades de humo, en cuanto llegué a casa me quedé estupefacta: de las ventanas salía una enorme flama rojiza y apresuradamente intenté entrar, evitando a los bomberos que me detenían. Miré hacia mi alrededor y vi tres figuras humanas tapadas con sábanas. En ese momento, todo se volvió silencio para mí, aunque sabía que el caos abundaba: tenía que encontrarlos aunque sabía que era imposible. Alcancé la puerta y un calor abrumante me hizo desvanecer.
Abrí los ojos y en cuanto recordé todo lo que había sucedido quise no haberme despertado jamás. Pasé semanas incontables en el hospital, llorando y pensando por qué no me había ido con ellos. Un día por la mañana llegó un policía.
- De veras siento lo que te sucedió, esta caja contiene todas las cosas que pudimos salvar del incendio- dijo, asentí- Toma.
No quería abrirla, sabía que en cuanto volviera a ver esas cosas no podría evitar hundirme en la depresión. El vacío sería cada vez más grande, pero la abrí. Sólo tenía un viejo libro cubierto de cenizas pero que increíblemente se conservaba intacto. El policía se retiró con una mirada de lástima y sentí ganas de asesinarlo por ello. Quité la caja de mi regazo y volví a dormirme, queriendo quitar esa mañana de mi miserable vida. Luego de un par de semanas obtuve el alta y mi estúpida tía, ahora mi responsable a cargo, pasó a buscarme. Me llevó a su casa y me explicó la rutina a seguir, cómo funcionaba todo allí y lo estricto que sería mi nueva vida. En cuanto terminó su sermón, subí a mi cuarto y lloré desconsoladamente, ya no podía más.
Al día siguiente me levanté muy temprano, ya que tenía que volver a mi vida diaria y, lamentablemente, eso incluía la vuelta al colegio. Todas las miradas de tristeza se centraban en mí y lo peor de todo el día fue que mis amigos ni siquiera se acercaron a preguntar cómo estaba, no lograba comprender cómo habían podido ser mis amigos durante todo este tiempo. Volví a la casa de mi tía, me dirigí a mi habitación y miré el libro detalladamente: era el que tenía mi hermano entre sus brazos unas horas antes de morir. Ese objeto era lo único que me hacía sentir que mi familia estaba conmigo, especialmente mi hermano. Tuve pesadillas como todas las noches a partir del incidente pero esa noche fue especial, porque soñé que mi madre me decía que debía leer aquel libro. Prendí la luz y me sumergí en la lectura de ‘’Siddhartha’’ de Hermann Hesse. En cuanto comencé no pude parar de leerlo. Lo leía minuciosamente para no poder llegar al final, me recordaba todo el tiempo a mi familia y quería estar allí todo el tiempo que fuera posible. Lo terminé en cuestión de dos días.
Luego de unos meses, empecé a tomar clases de patín. Era un deporte que amaba desde pequeña aunque lo había dejado ya hace mucho tiempo. No porque mi familia había muerto, todo estaba perdido. Tenía mucho tiempo por delante y no podía dejarme llevar por la depresión. Pero sé que mi familia quería lo mejor para mí.
Sol López Marcomini y Belén Campos
Llamé a la puerta y me atendió un chico que no estaba en sus mejores condiciones. Pasé de largo, fui directamente en busca de mi celular y, en cuento lo tomé, Valen me insistió para que me quedara unas horas más en la fiesta ya que habían puesto buena música. Había perdido, literalmente, la noción del tiempo y en cuanto vi la hora, corrí a casa. En el transcurso del camino observé enormes cantidades de humo, en cuanto llegué a casa me quedé estupefacta: de las ventanas salía una enorme flama rojiza y apresuradamente intenté entrar, evitando a los bomberos que me detenían. Miré hacia mi alrededor y vi tres figuras humanas tapadas con sábanas. En ese momento, todo se volvió silencio para mí, aunque sabía que el caos abundaba: tenía que encontrarlos aunque sabía que era imposible. Alcancé la puerta y un calor abrumante me hizo desvanecer.
Abrí los ojos y en cuanto recordé todo lo que había sucedido quise no haberme despertado jamás. Pasé semanas incontables en el hospital, llorando y pensando por qué no me había ido con ellos. Un día por la mañana llegó un policía.
- De veras siento lo que te sucedió, esta caja contiene todas las cosas que pudimos salvar del incendio- dijo, asentí- Toma.
No quería abrirla, sabía que en cuanto volviera a ver esas cosas no podría evitar hundirme en la depresión. El vacío sería cada vez más grande, pero la abrí. Sólo tenía un viejo libro cubierto de cenizas pero que increíblemente se conservaba intacto. El policía se retiró con una mirada de lástima y sentí ganas de asesinarlo por ello. Quité la caja de mi regazo y volví a dormirme, queriendo quitar esa mañana de mi miserable vida. Luego de un par de semanas obtuve el alta y mi estúpida tía, ahora mi responsable a cargo, pasó a buscarme. Me llevó a su casa y me explicó la rutina a seguir, cómo funcionaba todo allí y lo estricto que sería mi nueva vida. En cuanto terminó su sermón, subí a mi cuarto y lloré desconsoladamente, ya no podía más.
Al día siguiente me levanté muy temprano, ya que tenía que volver a mi vida diaria y, lamentablemente, eso incluía la vuelta al colegio. Todas las miradas de tristeza se centraban en mí y lo peor de todo el día fue que mis amigos ni siquiera se acercaron a preguntar cómo estaba, no lograba comprender cómo habían podido ser mis amigos durante todo este tiempo. Volví a la casa de mi tía, me dirigí a mi habitación y miré el libro detalladamente: era el que tenía mi hermano entre sus brazos unas horas antes de morir. Ese objeto era lo único que me hacía sentir que mi familia estaba conmigo, especialmente mi hermano. Tuve pesadillas como todas las noches a partir del incidente pero esa noche fue especial, porque soñé que mi madre me decía que debía leer aquel libro. Prendí la luz y me sumergí en la lectura de ‘’Siddhartha’’ de Hermann Hesse. En cuanto comencé no pude parar de leerlo. Lo leía minuciosamente para no poder llegar al final, me recordaba todo el tiempo a mi familia y quería estar allí todo el tiempo que fuera posible. Lo terminé en cuestión de dos días.
Luego de unos meses, empecé a tomar clases de patín. Era un deporte que amaba desde pequeña aunque lo había dejado ya hace mucho tiempo. No porque mi familia había muerto, todo estaba perdido. Tenía mucho tiempo por delante y no podía dejarme llevar por la depresión. Pero sé que mi familia quería lo mejor para mí.
Sol López Marcomini y Belén Campos
Como Julián empezó a leer
Hace un
tiempo en un pueblo del sur de nuestro país vivía Julián, un niño al que no le gustaba leer.
Decía
que los libros no eran tan entretenidos como las cosas que podía encontrar en internet
Su
madre, siempre buscaba diferentes
maneras, para que su hijo leyera, pero todos esos intentos eran en vano. Ella
no sabía ya que hacer, si obligarlo o
dejarlo que siguiera sin leer.
Gloria,
que así se llamaba la mama de Julián, un día ella se canso de que su hijo no
leyera y decidió mandarlo a leer
Le saco
la computadora y le dijo:
-Hay
muchas cosas interesantes mas allá de la compu… por ejemplo leer un libro. La
lectura te lleva a lugares que nunca imaginaste y te permite vivir experiencias
que nunca soñaste. ¿Por qué no lo intentas?
Esto
causo un gran enojo en Julián pero en vez de discutir con su madre, salió de su
casa y se fue a caminar por el pueblo.
Mientras
andaba caminado por la calle, pateando las piedritas y esquivando al viento,
vio que en la plaza había un grupo de chicas.
Una de
ellas le llamo la atención y se quedo mirándola un rato.
Era muy
bonita, con un cabello muy largo, de color marrón, petisita, tenía rasgos finos y ojos color miel
Julián
se enamoro a primera vista… y se quedo sentado en un banco mirando como las
chicas jugaban, en realidad mirando a esa niña que le parecía tan hermosa
Después
de un rato, las amigas de la niña se fueron y ella se quedo sola, saco un libro
y se puso a leerlo.
Julián pensó que era el momento para ir y acercarse
para hablar con ella, pero no sabía cómo
hacerlo o que decirle
Dio
unas cuantas vueltas mientras se decía: -“Dale nene, ¿qué te pasa, te da miedo?
Casi
casi deja un surco de tanto darle vueltas al pino de la plaza
Hasta
que por fin se le ocurrió preguntarle
qué libro estaba leyendo, ya que la había visto con él en la mano; tomo coraje
y se acerco
Se
quedo parado a su lado, pero ella ni se enteró
-¿Qué
le pasa? No me registra, no se dio cuenta que estoy hace 5 minutos parado,
parezco un poste (pensó Julián)
Trago
saliva y tosió pero la niña no sacaba la
vista de su libro
Entonces
haciendo un esfuerzo enorme por no ponerse colorado, le toco el hombro y le pregunto su nombre.
-Me
llamo Candela ¿y vos?
-Julián,
hace un rato que estoy acá y no te diste cuenta ¿Tan bueno esta ese libro que estás
leyendo que no te das cuenta lo que pasa a tu alrededor?
-Uuh…disculpa
pero estoy en la mejor parte
-¿Qué estás
leyendo?
- Una
historia sobre piratas que se llama “Las increíbles aventuras de Giovanni y
Gianluca”.
Esto a
Julián le pareció raro ya que era una
niña.
Le
pregunto porque leía ese libro y no uno
para mujeres.
Candela
le contesto: -Estas equivocado, no hay libros para niñas, ni libros para niños,
sino que todos pueden leer cualquier libro y de cualquier género.
Julián
se quedo helado ante la respuesta
-Y a
vos ¿que te gusta leer?
Julián
se puso colorado y le dijo que no leía porque le parecía aburrido.
-¡Ay
nene, no entendés nada! Leer es algo increíble y divertido que te lleva a un mundo mágico y fascinante.
Candela entonces cerro su libro, se despido y se fue.
Mientras
que Julián volvía a su casa, pensaba en lo que le había dicho Candela y que si
se quería acercar más a ella tendría que empezar a leer.
Cuando
llego a su casa, le pregunto a su mamá si estaba el libro que Candela estaba
leyendo
Gloria
casi se muere de la emoción, ¡su hijo le había preguntado sobre un libro! Fue a
la biblioteca y se puso a buscarlo, ya que hacia un tiempo se lo había comprado,
lo encontró y se lo dio aún sorprendida.
Julián
lo tomo y se puso a leerlo.
Al
principio no le pareció entretenido, mas bien le daba sueño pero de
a poco le fue gustando, se paso toda la noche leyendo. Quería terminarlo
para poder hablar con Candela él
Mientras
avanzaba en la historia pensó: -No está tan mal
Al día
siguiente, fue a la plaza a ver si encontraba a Candela.
Al
verla, fue hacia donde ella estaba y le comento que lo que le lo que le había dicho, si bien no le había
gustado, le hizo caso y que se puso a leer.
Candela
le respondió: -¡Bien ahí! ¿Y qué parte te gusto más?
Se pusieron
a comentar el libro y así se pasaron toda la tarde hasta que oscureció
-¿Nos
vemos mañana? preguntó Julián
-¡Dale!
Julián
tímidamente le beso la mejilla y salió disparado como un cohete, pensando que
libro podría leer para sorprender a su nueva amiga, aunque esta vez dormiría a
la noche porque estaba muy cansado
Así fue
como Julián se hizo amigo de los libros y a partir de es eprimer libro que leyó
gracias a Candela, se transformo en un gran lector y en poco tiempo le estaba
pidiendo a su mamá que le comprara libros nuevos porque los que tenía en su
casa ya los había leído.
Mailen Amor
Corrección del cuento
Fue después de una de esas
agarradas que las cosas cambiaron casi sin darse cuenta como sin querer.
Corrección del cuento
REUNIÓN DE AMIGOS
La noche va cayendo
lentamente y cubre con su manto las casas del pueblo donde vive Julián.
Desde su ventana mira como,
una a una, se van encendiendo las luces de las ventanas.
Tiene todo listo: la
mesita ratona cubierta con un mantel tejido al crochet, en la bandeja un termo
con chocolate y otro con agua para el mate que esta listo para ser cebado junto
a las tazas apiladas y la azucarera que era de su madre.
Solo falta el budín de
limón que dejo en la cocina.
¡Cuánto hace que la
ceremonia se renueva!
Ya perdió la cuenta.
Lo que si sabe es que
desde hace una punta de años se repite sin interrupción.
Cambiaron los lugares
y algunos de los participantes pero la ceremonia sigue igual
¡Y pensar que si
alguien le hubiera dicho, cuando era un niño, que esto iba a pasar se hubiera reído
sin parar un par de días!
Cuando todo empezó su
madre casi se desmaya, había intentado
todo para acercarlo a quienes hoy son parte del encuentro, si hasta por esto se
habían peleado más de una vez.
Tendría unos 10 años y
salió enojado, rumbo a la plaza pateando piedritas. Al llegar descubrió que sus
amigos no estaban.
Raro, porque a esa
hora se juntaban a jugar al fútbol.
Las que si estaban
eran “las loras”, un grupito de chicas que también todas las tardes se reunían
en la plaza a charlar sin parar un segundo.
Entre ellas estaba
Candela, una petisa, flaquita de ojos color miel y pelo muy largo
Ella le gustaba pero nunca
se había animado a hablarle.
Solo y enojado, se sentó
bajo el pino para mirarla de lejos.
Las chicas se fueron
yendo, pero Candela no. Se quedo, dándole la espalda sentada, quietita muy
quietita apenas si movía la cabeza.
Julián no entendía que
hacía hasta que la curiosidad pudo más y
dejando el pino se acercó, sin hacer ruido y vio que leía.
Tan concentrada estaba
que no se dio cuenta de que Julián estaba parado a su lado.
Pasaron varios
minutos, en realidad muchos minutos y cuando el sol empezó su retirada y el
frío a apretar Candela cerró su libro y lo guardo en su mochila.
Recién en ese momento
se dio cuenta de que estaba allí.
Lo miró de arriba a abajo
y el preguntó:
-¿Necesitas algo?
Rojo, bordó, violeta
fueron los colores que pintaron su cara, que hervía tanto como sus orejas.
Cuando por fin pudo
hablar, le hizo la pregunta que nunca pensó le haría a nadie.
-¿Qué estás leyendo?
Nunca imaginó que esa
pregunta tan simple y hecha sin pensar podría cambiarle tanto la vida.
Aunque en verdad
siempre le quedo la duda ¿Fue la pregunta? ¿Fue la respuesta? ¿O fue la
conversación que tuvieron esa tarde, cuando dejaban la plaza mientras el sol se
metía entre las sierras y el pueblo se teñía de naranja?
Caminaron despacio,
charlando y es esa conversación fueron apareciendo personajes increíbles,
paisajes y aventuras nunca imaginados, nombres de libros y autores desconocidos.
Candela hablaba,
hablaba y hablaba.
Julián, mudo,
escuchaba sin poder contestar pero sintiendo que un mundo nuevo se abría ante sí
y de la mano de su nueva amiga.
Un mundo que
desconocía y lo intrigaba, metido en unas cuantas hojas escritas entre dos
tapas duras que ella le dio al llegar a su casa diciéndole que era un préstamo.
Fue hacia su cuarto y tiró
el libro sobre su mesa de luz y ahí lo olvido, preocupado por la
tarea pendiente y distraído por los
gruñidos de su estómago que le recordaron que no había tomado la merienda.
Después de la cena y
al volver al cuarto tenía demasiado sueño para ocuparse de él y se durmió
apenas apoyo la cabeza en la almohada.
Pasaron varios días y
el muy testarudo seguía donde lo había dejado, hasta que una tarde lluviosa
empezó a leerlo, le intrigaba saber lo que podía encontrar en su interior.
Lo abrió y empezó a
recorrer sus hojas.
Al principio no le
atrajo nada de lo que estaba escrito y
pensó que lo que le había dicho Candela era puro bla bla bla y que eso de que se transportaría a otro mundo no existía, ni
pasaría.
Pero esta idea cambio cuando se encontró con el Capitán Jack,
que lo llevo en un viaje sin igual a
través de los mares del mundo, con Giuliana su pequeña hija y eterna enamorada
de Giovanni, las sirenas y un tesoro
escondido, una aventura fantasiosa e increíble.
Toda la noche siguió a Jack, y cuando empezó a salir el
sol, ya estaba planeando como seguir descubriendo ese mundo nuevo que tenía más
capítulos y nuevos títulos.
Suena el
timbre y Julián vuelve del mundo de los recuerdos, dejando allí “Las
increíbles aventuras de Giovanni y Giuliana”.
Mira a su alrededor y
va prendiendo las luces de la sala mientras va hacia la puerta
Antes de abrir se
acomoda la ropa y se mira de reojo en el espejo, esta más canoso y esos
anteojos nuevos le quedan bien.
-¡Hola, hola!
Besos y piropos a las
chicas. Abrazos y palmadas a los varones.
El aire frío de la
noche entra por la puerta mientras entra su última invitada: Candela que lleva
una bolsa azul en sus manos.
-Te traje esto,
nuevito, nuevito acaba de salir.
Cuando lo termines me
lo prestas.
Otra vez su amiga, la
que le prestó el primer libro que leyó entero, el que le abrió aún más las
puertas de ese mundo maravilloso que Candela le describió ese día que volvieron
caminando de la plaza.
Otra vez empieza la
ceremonia, los amigos se reúnen en la casa del profesor de literatura, otra
noche mágica que los junta para compartir su pasión como hace tantos años, cada mes, ellos, sus amigos y sus libros.
Mailen Amor
El libro detonador
Me desperté agitado, tuve un sueño raro, mi fortuna se esfumaba. Salté de la cama acelerado para comprobar que todo estaba bien. Tuve que pasar por encima de Adriana o Andrea, no me acuerdo el nombre, pero noté que tenía unas piernas extravagantes y que juntos pasamos una gran noche. Mi cabeza no paraba de dar vueltas, con suerte pude llegar al baño para darme una ducha y despejarme de esa pesadilla.
Le deje una nota a mi acompañante de la noche anterior y partí hacia mi rutina de todos los días. Primero fui al gimnasio, donde me ejercité lo suficiente como para mantener mi cuerpo en buen estado. Luego, me bañé rápidamente para poder seguir con mi día. Me subí al coche y arranqué, unas calles después me encontré con una manifestación que me obligó a bajar de mi auto y continuar mi trayecto a pie. Decidí ir por el medio de la plaza para acortar camino, donde vi a un señor que estaba repartiendo libros. Lo miré despectivamente y me desplacé para el lado contrario, éste muy emocionado me empezó a gritar que tenía un libro especial para mí, hice caso omiso a sus palabras y seguí caminando. Caminé unos pasos más y el hombre estaba adelante mío, para que no me siguiera persiguiendo tomé lo que me ofrecía con mala cara. Cuando ya estaba llegando al final del parque aproveché para tirarlo disimuladamente pero cuando logré hacerlo una mujer me llamó y me dijo que se me había caído el libro. Al voltear vi que era preciosa, tenía unos ojos celestes en los que una persona se podía perder por horas, sus labios eran carnosos y voluminosos pintados con un color rubí intenso, tenía unas curvas excelentes y un pelo que parecía de seda. Me entregó el libro comentándome que este era su favorito y quería saber mis opiniones del final. Yo alegremente le dije que todavía no lo había terminado pero que planeaba sentarme a la tarde y leerlo. Ella muy informada e interesada me dio charla acerca de éste y yo no entendía nada, trataba de que no se note pero ella muy astuta se dio cuenta. Al pedirle su número de teléfono me pidió que la agende con el nombre Maia Grey, me dijo que sólo la podía llamar si terminaba el libro y lo entendía, para tener una conversación coherente acerca de ello. El tiempo fue pasando y cada día dedicaba dos horas a la lectura del libro, cuanto más lo leía más extraña era la sensación. Veía reflejada mi personalidad con la del personaje principal aunque no creía que pudiese ser tan arrogante y egoísta. Al terminar el texto y ver ese final abierto descubrí que éste narraba mi historia y ese hombre tan manipulador y egocéntrico era yo mismo. No lo podía creer, fue horrible darme cuenta de que esa era mi personalidad. Lo primero que hice al reconocerlo fue llamar a la mujer del parque para que me explique por qué contaba mi vida un libro tan común que me dieron en la calle, ella jamás contesto mis llamados. Pasaron meses y nunca pude comunicarme con Maia. Una noche me la crucé en la calle pero cuando grité su nombre salió corriendo, así que la perseguí hasta alcanzarla. Ella me dijo que no podía contarme nada del contenido del libro ya que era secreto, yo sólo debía darme cuenta de lo que pasaba y de lo que tenía que hacer, a lo que le contesté que quería cambiar mi personalidad y que para ello necesitaba su ayuda. Lloré, supliqué y grité, pero ella me dijo que su trabajo ya estaba hecho y que ahora todo quedaba en mí, luego desapareció en la oscuridad. El día de hoy soy un hombre nuevo, cree una fundación para gente con problemas de autoestima y de egocentrismo, estoy casado y tengo tres hijos, ya no pienso solo en mí mismo. Ese libro maravilloso y esa mujer hermosa me han cambiado la vida, lamento nunca habérmela cruzado de nuevo, si nunca sucede igualmente estaré muy agradecido con esta eternamente, gracias a ella leí el libro y me ayudó a cambiar para ser el gran hombre, padre y esposo que soy hoy en día. Camila Gomez Arinelli e Indira Hojman Goren
Corrección
Me desperté agitado. Tuve un sueño raro, mi fortuna se esfumaba. Salté de la cama acelerado para comprobar que todo estaba bien. Tuve que pasar por encima de Adriana o Andrea, no me acuerdo el nombre. Pero noté que tenía unas piernas extravagantes y que juntos pasamos una gran noche. Mi cabeza no paraba de dar vueltas, con suerte pude llegar al baño para darme una ducha y despejarme de esa pesadilla.
Le deje una nota a mi acompañante de la noche anterior y partí hacia mi rutina de todos los días. Primero fui al gimnasio, donde me ejercité lo suficiente como para mantener mi cuerpo en buen estado. Luego, me bañé nuevamente para poder continuar con mi día.
Me subí al coche y arranqué. Unas calles después me encontré con una manifestación que me obligó a bajarme y continuar mi trayecto a pie. Decidí ir por el medio de la plaza para acortar camino. Allí vi a un señor que estaba repartiendo libros. Lo miré despectivamente y me desplacé para el lado contrario, éste muy emocionado me empezó a gritar que tenía un libro especial para mí, hice caso omiso a sus palabras y seguí caminando. Caminé unos pasos más y mágicamente el hombre estaba adelante mío. No se como hizo para llegar más rápido que yo a ese lugar. Pero para que no me molestara más tomé lo que me ofrecía con mala cara.
Cuando ya estaba llegando al final del parque aproveché para tirarlo disimuladamente, pero cuando logré hacerlo una mujer me llamó y me dijo que se me había caído el libro. Al voltear vi que era preciosa, tenía unos ojos celestes en los que una persona se podía perder por horas, sus labios eran carnosos y voluminosos pintados con un color rubí intenso, tenía unas curvas excelentes y un pelo que parecía de seda. Me entregó el libro comentándome que debía leerlo y que quería saber mis opiniones del final. Yo alegremente le dije que todavía no lo había terminado pero que planeaba sentarme a la tarde y leerlo. Ella muy informada e interesada me dio charla acerca de éste y yo no entendía nada, trataba de que no se note pero ella muy astuta se dio cuenta. Al pedirle su número de teléfono me pidió que la agende con el nombre Maia Grey, me dijo que sólo la podía llamar si terminaba el libro y lo entendía.
El tiempo fue pasando y cada día dedicaba un par de horas a la lectura del libro. Cuanto más lo leía más extraña era la sensación que tenía al leerlo. Veía reflejada mi vida con la del personaje principal aunque no me veía como una persona tan arrogante y egoísta.
Al llegar a la mitad del texto, me dí cuenta que el libro narraba mi vida. No tuve el valor de terminarlo pero lo que leí me dejo una enseñanza y creo que por alguna razón especial esa novela llegó a mis manos. No podía creer la terrible persona que era y nunca haberme dado cuenta de eso. Inmediatamente después de cerrar el libro llame a la mujer del parque para que me de una explicación de lo que acababa de leer y de quién era ella. Pero nunca contestó mis llamados.
Habían pasado meses y seguía sin poder comunicarme con Maia. Una noche me la crucé en la calle pero al gritar su nombre salió corriendo, por lo que la perseguí hasta alcanzarla. Ella me dijo que no podía contarme nada del contenido del libro ya que yo, por mi cuenta, debía darme cuenta de lo que pasaba y de lo que tenía que hacer, a lo que le contesté que quería cambiar mi personalidad y que para ello necesitaba su ayuda. Lloré, supliqué y grité, pero ella me dijo que su trabajo ya estaba hecho y que ahora yo debía generar mi propio cambio, luego desapareció en la oscuridad.
Hoy en día cambié totalmente. Cree un centro de ayuda para personas con problemas de autoestima y de egocentrismo. También logré encontrar el amor y tuve tres maravillosos hijos. Ya no pienso sólo en mi, sino que también en las personas que me rodean.
Estoy plenamente agradecido de haber leído ese libro y haberme cruzado a esa mujer aquel día en el parque, ya que sin ellos en este momento no sería quien soy y seguiría con mi postura egoísta.
Le deje una nota a mi acompañante de la noche anterior y partí hacia mi rutina de todos los días. Primero fui al gimnasio, donde me ejercité lo suficiente como para mantener mi cuerpo en buen estado. Luego, me bañé rápidamente para poder seguir con mi día. Me subí al coche y arranqué, unas calles después me encontré con una manifestación que me obligó a bajar de mi auto y continuar mi trayecto a pie. Decidí ir por el medio de la plaza para acortar camino, donde vi a un señor que estaba repartiendo libros. Lo miré despectivamente y me desplacé para el lado contrario, éste muy emocionado me empezó a gritar que tenía un libro especial para mí, hice caso omiso a sus palabras y seguí caminando. Caminé unos pasos más y el hombre estaba adelante mío, para que no me siguiera persiguiendo tomé lo que me ofrecía con mala cara. Cuando ya estaba llegando al final del parque aproveché para tirarlo disimuladamente pero cuando logré hacerlo una mujer me llamó y me dijo que se me había caído el libro. Al voltear vi que era preciosa, tenía unos ojos celestes en los que una persona se podía perder por horas, sus labios eran carnosos y voluminosos pintados con un color rubí intenso, tenía unas curvas excelentes y un pelo que parecía de seda. Me entregó el libro comentándome que este era su favorito y quería saber mis opiniones del final. Yo alegremente le dije que todavía no lo había terminado pero que planeaba sentarme a la tarde y leerlo. Ella muy informada e interesada me dio charla acerca de éste y yo no entendía nada, trataba de que no se note pero ella muy astuta se dio cuenta. Al pedirle su número de teléfono me pidió que la agende con el nombre Maia Grey, me dijo que sólo la podía llamar si terminaba el libro y lo entendía, para tener una conversación coherente acerca de ello. El tiempo fue pasando y cada día dedicaba dos horas a la lectura del libro, cuanto más lo leía más extraña era la sensación. Veía reflejada mi personalidad con la del personaje principal aunque no creía que pudiese ser tan arrogante y egoísta. Al terminar el texto y ver ese final abierto descubrí que éste narraba mi historia y ese hombre tan manipulador y egocéntrico era yo mismo. No lo podía creer, fue horrible darme cuenta de que esa era mi personalidad. Lo primero que hice al reconocerlo fue llamar a la mujer del parque para que me explique por qué contaba mi vida un libro tan común que me dieron en la calle, ella jamás contesto mis llamados. Pasaron meses y nunca pude comunicarme con Maia. Una noche me la crucé en la calle pero cuando grité su nombre salió corriendo, así que la perseguí hasta alcanzarla. Ella me dijo que no podía contarme nada del contenido del libro ya que era secreto, yo sólo debía darme cuenta de lo que pasaba y de lo que tenía que hacer, a lo que le contesté que quería cambiar mi personalidad y que para ello necesitaba su ayuda. Lloré, supliqué y grité, pero ella me dijo que su trabajo ya estaba hecho y que ahora todo quedaba en mí, luego desapareció en la oscuridad. El día de hoy soy un hombre nuevo, cree una fundación para gente con problemas de autoestima y de egocentrismo, estoy casado y tengo tres hijos, ya no pienso solo en mí mismo. Ese libro maravilloso y esa mujer hermosa me han cambiado la vida, lamento nunca habérmela cruzado de nuevo, si nunca sucede igualmente estaré muy agradecido con esta eternamente, gracias a ella leí el libro y me ayudó a cambiar para ser el gran hombre, padre y esposo que soy hoy en día. Camila Gomez Arinelli e Indira Hojman Goren
Corrección
Me desperté agitado. Tuve un sueño raro, mi fortuna se esfumaba. Salté de la cama acelerado para comprobar que todo estaba bien. Tuve que pasar por encima de Adriana o Andrea, no me acuerdo el nombre. Pero noté que tenía unas piernas extravagantes y que juntos pasamos una gran noche. Mi cabeza no paraba de dar vueltas, con suerte pude llegar al baño para darme una ducha y despejarme de esa pesadilla.
Le deje una nota a mi acompañante de la noche anterior y partí hacia mi rutina de todos los días. Primero fui al gimnasio, donde me ejercité lo suficiente como para mantener mi cuerpo en buen estado. Luego, me bañé nuevamente para poder continuar con mi día.
Me subí al coche y arranqué. Unas calles después me encontré con una manifestación que me obligó a bajarme y continuar mi trayecto a pie. Decidí ir por el medio de la plaza para acortar camino. Allí vi a un señor que estaba repartiendo libros. Lo miré despectivamente y me desplacé para el lado contrario, éste muy emocionado me empezó a gritar que tenía un libro especial para mí, hice caso omiso a sus palabras y seguí caminando. Caminé unos pasos más y mágicamente el hombre estaba adelante mío. No se como hizo para llegar más rápido que yo a ese lugar. Pero para que no me molestara más tomé lo que me ofrecía con mala cara.
Cuando ya estaba llegando al final del parque aproveché para tirarlo disimuladamente, pero cuando logré hacerlo una mujer me llamó y me dijo que se me había caído el libro. Al voltear vi que era preciosa, tenía unos ojos celestes en los que una persona se podía perder por horas, sus labios eran carnosos y voluminosos pintados con un color rubí intenso, tenía unas curvas excelentes y un pelo que parecía de seda. Me entregó el libro comentándome que debía leerlo y que quería saber mis opiniones del final. Yo alegremente le dije que todavía no lo había terminado pero que planeaba sentarme a la tarde y leerlo. Ella muy informada e interesada me dio charla acerca de éste y yo no entendía nada, trataba de que no se note pero ella muy astuta se dio cuenta. Al pedirle su número de teléfono me pidió que la agende con el nombre Maia Grey, me dijo que sólo la podía llamar si terminaba el libro y lo entendía.
El tiempo fue pasando y cada día dedicaba un par de horas a la lectura del libro. Cuanto más lo leía más extraña era la sensación que tenía al leerlo. Veía reflejada mi vida con la del personaje principal aunque no me veía como una persona tan arrogante y egoísta.
Al llegar a la mitad del texto, me dí cuenta que el libro narraba mi vida. No tuve el valor de terminarlo pero lo que leí me dejo una enseñanza y creo que por alguna razón especial esa novela llegó a mis manos. No podía creer la terrible persona que era y nunca haberme dado cuenta de eso. Inmediatamente después de cerrar el libro llame a la mujer del parque para que me de una explicación de lo que acababa de leer y de quién era ella. Pero nunca contestó mis llamados.
Habían pasado meses y seguía sin poder comunicarme con Maia. Una noche me la crucé en la calle pero al gritar su nombre salió corriendo, por lo que la perseguí hasta alcanzarla. Ella me dijo que no podía contarme nada del contenido del libro ya que yo, por mi cuenta, debía darme cuenta de lo que pasaba y de lo que tenía que hacer, a lo que le contesté que quería cambiar mi personalidad y que para ello necesitaba su ayuda. Lloré, supliqué y grité, pero ella me dijo que su trabajo ya estaba hecho y que ahora yo debía generar mi propio cambio, luego desapareció en la oscuridad.
Hoy en día cambié totalmente. Cree un centro de ayuda para personas con problemas de autoestima y de egocentrismo. También logré encontrar el amor y tuve tres maravillosos hijos. Ya no pienso sólo en mi, sino que también en las personas que me rodean.
Estoy plenamente agradecido de haber leído ese libro y haberme cruzado a esa mujer aquel día en el parque, ya que sin ellos en este momento no sería quien soy y seguiría con mi postura egoísta.
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