viernes, 2 de mayo de 2014

El desgaste del amor

         Había estado caminando mojándome por algún rato pensando en esto y aquello; a veces no pensando como habitualmente lo hago, pero en todo momento yendo y viniendo así. Eran las nueve de la noche y la lluvia estaba en pleno proceso. No paraba de pensar, y admito que a veces pensaba demás. Pero me creo lo suficiente capaz de darme cuenta cuando me engañan.
De repente, el viento trajó un libro como si se me fuese regalado, estaba a 5 cm de caer en un inmenso charco cuando lo rescaté. En realidad no sé por que lo hice, pero aquella noche iba de mal en peor. Apenas llegué a mi casa lo empecé a leer. Fue la portada, o  el tamaño, pero superficialmente me atrapó.  La historia que se narraba en ese cuento trataba de una pareja, Flavio y Lucía, con largos años de convivencia. Eran aquellas parejas que uno nunca se imaginaría que tendrían problemas. Sin embargo, detras de su envolvente y superficial aspecto de perfección dentro de la casa sus personalidades, ambas fuertes, chocaban constantemente pero aquello que los unía no era el amor, ni el parecido carácter, sino que siempre dentro de una relación se encuentra aquel que se deja dominar, y aquel que tiene el poder de hacerlo, de imponer aún más carácter. Ella era quién dominaba la relación, tras peleas y peleas, aunque él quisiera escapar de esa rutina, ella acaparaba cada esperanza de libertad y se la destrozaba como sí él nunca pudiese librarse de ella. Los problemas no variaban. Ella, cómo tal dominante, también era impulsiva y obsesivamente celosa. No importase cuántas veces él le admitiera que no la engañaba, ella nunca lo comprendía y a cada detalle minusioso que Lucía encontraba lo utilizaba para excusarse de todas las golpizas que le daba a Flavio. Uno pensaría cómo una mujer puede pegar a un hombre, sin embargo estaba sucediendo..
        Mil y una vueltas dí para evadir mis tareas y seguir leyendo el libro; me envolvío. Pero a su vez no paraba de pensar en aquel nuevo hombre que existía en la vida de mi mujer, nunca quise ser obsesivo, en realidad, nunca comprendí cuál era el límite entre ser lógicamente celoso u obsesivamente. Cada vez que la veía arreglarse sentía que moría por dentro, sabía que se arreglaba para alguien y no era para mi,precisamente. Cada vez que se daba vuelta cuando caminabamos por la calle sabía que era para mirar otro hombre y quién sabe que más se le cruzaría por la mente a esa mujer..  Cuando miraba televisión sé que cambiaba de canal con la expectativa de ver otros hombres y sabía que esa era su satisfacción. Yo nunca fui suficiente para ella. No, no puedo decir que me considero obsesivo, solo me fijo en los detalles y me meto en su cabeza. Y sé que lo hago bien. Sé que entiendo mucho más de lo que ella cree, aunque me tome de exagerado y enfermo; debo admitir que más de una vez recurrí a la violencia. Pero, puedo decir que tuve una razón; no tiene que pensar, ni observar, ni siquiera relacionarse con otro hombre que no sea yo. No lo veo correcto. Por algo me casé, para que ella fuera la única mujer; y esperaba ser correspondido.
       A lo largo de la narración el personaje de Flavio, quién había estado acostumbrado a la violencia, comenzó a tomar consciencia de la gravedad de la situación. Cada día la obsesión de Lucía crecía, él ya no se sentía cómodo dentro de la convivencia y algunos rasguños y moretones, consecuencias de los golpes de ella, no los podía esconder. Un día, decidido al cambio, hizo las valijas mientras ella trabajaba, dejó una nota, y se fue.. Ella analizó la situación; llegando a la conclusión de que perdió completamente el amor por ella porque ya tenía a otra persona, mucho mejor. Lucía, cómo tal, encontró a Flavio por la calle con una sola intención que cumplió. Si él no la iba a amar a ella, entonces no amaría a nadie más. Con un revolver heredado, cargado con 7 balas, lo mató.
    Aquel libro no solo me había atrapado sino, que con el tiempo distorcionaba la realidad con la historia que se narraba y de vez en cuando me sentía Lucía, y a mi mujer la personificaba en Flavio. Releí una y mil veces aquella parte en la que Flavio decide irse porque me destrozo, tanto como si mi mujer lo hubiese hecho. De echo, lo hizo unas semanas después. Me invadió la ira, y así entendí a Lucía, perdidamente enamorada y obsesiva. Me sentí destrozado. Debo admitir que pensé en matarla solo cuando releía el final de aquella historia y me dejaba llevar pero luego entendí, que la rutina de aquellos problemas y su poca conversación mató la relación entre Lucía y Flavio, y la rutina no es amor, es costumbre. Yo no amaba a mi mujer, estaba tan acostumbrado a ella que perder esa rutina, esa costumbre, me paralizaba. Por eso, me obsesioné con poseerla, cómo si fuese un objeto o algún juego de colección. Finalmente, tomé la decisión más difícil para cualquier obsesivo como yo; la dejé ir.


Melody Ortiz y Camila Carballido.

1 comentario:

  1. Llegan a un texto claro en el planteo, en el que la historia se desarrolla con simplicidad, no logran dar con el discurso adecuado a la elaboración de un relato. Predomina el decir sobre el narrar, no hay suspenso ni tensión y las acciones se tornan previsibles y no logran conmover.
    El narrador personaje habla sobre lo que sucedió o sucede pero no hace que los hechos sucedan. Rever qué hace que el "cómo" se cuenta sea tan importante como la historia contada. El resultado es un producto desparejo en el tono y el ritmo. Podría mejorar mucho, si cambian la linealidad con el uso de flash-back: intercalando a la lectura ( presente del protagonista) momentos de la relación con su esposa (pasado); este ir y venir generaría, además de agilidad, mayor credibilidad al cambio del personaje.
    Rever uso de puntuación, de gerundios y repeticiones innecesarias.
    Si bien esta instancia pone punto final a la actividad, no lo hace con el trabajo de reescritura sobre el texto, ya que, si quieren, hay mucho todavía que puede mejorar. Ojalá tengan las ganas y el entusiasmo, porque a escribir se aprende escribiendo.
    Nota final: 6 (seis)

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