martes, 17 de noviembre de 2015

Belén Campos

Poesía resplandeciente

Así como se lo asocia con la destrucción, nos otorga toda la luz que tenemos alrededor.
Fuego y luz.

Un paramento, así soy yo.
El libertinaje de la noche
me convirtió en nictálope.
Pero el devaneo no cesó.
Cambié, por mi y por ti.
Y tú, destello de la vida
 te fuiste sin mí.


Suicidio, era su cumpleaños.
Sus tres hermanos, verificación de sus coartadas.
Siete y diez la criada se marchó.

Periódico en mano, el whisky al lado.
Leyó el diario, la cerilla calcinó.

El ardor sintió, la alfombra negra.


Me uno, me formo,
escucho, siento,
me alimento, me transformo,
palpito, crezco

Duermo, sueño,
me despierto, me muevo
aguardo, espero

Me enciendo, sufro,
me resisto, aparezco,
lloro, respiro,
me alivio, nazco


Saben saben lo que hizo
la famosa monofonía lisa
a la ornamental de una zapata
cazó vivo a un narciso
¡Qué corbata, qué válvula!

El narciso se pasea
del salame al comercio
No me tires con cuentagotas, 
tirame con tensión

A la hormiga de la ceniza
el narciso le dió pendencia,
fue tan bueno el narciso
que de potable no la quiso.


Soñar.
Soñar la inconsciencia. Soñar que soñamos.
 Soñar despiertos y en al realidad.
Soñar lo que deseamos y lo que no queremos.
Pensar en un mundo paralelo, acostados en un diván.
Falsear la realidad para hacerla más agradable, o no.
Paralizarse, llorar, temblar y soñar
Sonreír, disfrutar, amar y soñar.
Hermosos e incandescentes momentos.


No llueve, nos toma desprevenidos
Sed, roza el fósforo del sol
Y nos rompe los tímpanos
Y pasaron los ríos

El corazón abierto, flotando en el pasado
Su rubia cabellera que omnipresente gravita
Tu alma quiso partir.
Esto es Muerte: el paso de Ausencia


Ojalá que vivas en el último piso de un rascacielos, de la misma altura de las Torres Gemelas y que, por supuesto, no haya ascensor.
Que cuando intentes bajar sea saltando por el balcón, y que en el fondo te espere un bello paisaje de alambres de púas.
Que no sólo te lastimes sino que al venir alguien al rescate intente asesinarte y, por último, si te salvas de esa, que las llamas del infierno te lleven consigo.


Un árbol había
dentro de una aldea habitaba
y él creía
que su futuro
feliz sería

Las guerras crecían,
al igual que su tallo
la gente no reía
y él se dió cuenta
de que eso no lo fortalecía

Los años corrían
mas los días no pasaban
y la destrucción no cesaba
La esperanza parecía
más lejana todavía

Al final, el fuego se consumía
y el árbol
sin saber que por dentro,
muy lento se moría
al igual que la humanidad lo hacía,


Tan frágil y sola se la veía
Nada la encendía
Sus quemaduras y heridas contemplaba
Las miradas iban y venían

A nadie ayuda pidió
Quizás un cambio esperó
Pero el tiempo corrió
Y al final pensó:
¿Habrá sido un error?


Abandonaste,
como el fuego a su calor
cuando el agua lo toca

Heriste,
cuando tus palabras eran más filosas
que dagas y espadas

Creí,
como las flores
esperan en un eterno invierno

Y me levanté,
cuando supe que tu retorno
sería una utopía


Anhelo tu eterna mirada
con tu resplandeciente sonrisa
Amo tu caminar pausado
y tu presencia infinita

Tus predecibles ausencias
Tus fantasmas del pasado
Detesto tus arrasadoras llamas

Extraño cuando sos vos
y no cuando tu vida
se tiñe de un oscuro destino
sin esperanza
























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