lunes, 23 de noviembre de 2015

Mora Luna - Diario de lectura

Diario de lecturaUna muchacha muy bella


La ciudad hecha pueblo, infancia, recuerdo.



Ilusiones y razones
Escogí el libro “Una muchacha muy bella” por la promesa, formulada en la contratapa, de no evocar una vida, sino hacerla existir a través de una prosa poética. Además de por las menciones a lugares y marcas que me son familiares, la historia de un hijo al que le es arrebatada su madre, que entendí como única compañía o miembro familiar.
Pero, fundamentalmente, lo elegí porque quiero saber cómo es una novela escrita por un poeta, ¿será poesía su prosa? ¿escribirá con tanta minuciosidad como con la que se escriben los poemas?. La contratapa hace que me imagine a este libro como un poema gigante.
Las expectativas que me despierta son bastantes.
Lectura
Viernes 13 de noviembre. 20:20hs.
Comienzo la lectura. Ya en el primer párrafo algo me llama la atención: la descripción de la madre es hermosa, la palabra “azulina” (adj. Que tira a azul) le da un destello original, imprevisible. En el mismo párrafo encuentro “Hablo del contorno de su pelambre, del dibujo lineal de ese océano de antenas flexibles en que terminaba el piélago de su cara” y me sorprendo por el increíble sistema que somos capaces de usar, de moldear. De las posibilidades que esa máquina, imperfecta, pero que algunos saben manejar con exactitud, nos brinda para expresar de incontables formas una situación, un objeto, una sensación. Me asombro ante la capacidad de Julián López, despegada en esa oración, de traspasar las barreras de lo cotidiano, de poder ver de otra forma, con otras palabras, con otro enfoque.
Habla de su madre como si estuviese enamorado de ella. Rol de madre e hijo a veces invertido, por ejemplo cuando saca el pichón del balcón, del que su madre se refugia en el cuarto del hijo.
En el fresno que daba a las ventanas de las habitaciones anidaban pájaros. El fresno es el símbolo de juventud, larga vida y prosperidad. El fresno es el árbol al que da el balcón de la casa de una muchacha.
He buscado en el diccionario:
Piélago: Aquello que por su abundancia es difícil de enumerar / Parte del mar que dista de la tierra.
Mollera: Parte màs alta del casco de la cabeza, junto a la comisura coronal / Seso / Fontanela situada en la parte màs alta de la frente.
Acicatear: Estimular.
Jueves 19 de noviembre. 19:00hs.
La madre era una niña: un paseo por la misma ciudad en donde vivía era interpretado como un viaje a un nuevo continente.
Julián López es exageradamente detallista.
En la página 16 menciona al libro “El varón domado”, de Esther Vilar, junto con “Cien años de soledad” y “La rama dorada”.  El primero fue escrito por una argentina (Esther) psicóloga, socióloga y médica y publicado en 1971. La autora, en una entrevista acerca de su libro, afirmó “El hombre fue entrenado y condicionado por la mujer, de manera no muy distinta a como Pavlov condicionó sus perros, para convertirlos en sus esclavos. Como compensación por su labor los hombres son premiados periódicamente con una vagina.”. Primera mujer en denunciar el feminismo.
Domingo 22 de noviembre.16:54hs
En la página 55 hay una descripción de lo que es para un niño la vergüenza, la oscuridad, la necesidad de borrar todo vestigio, la madre durmiendo en la habitación de al lado, la búsqueda de sábanas limpias, la necesidad imperiosa de esconder esas sábanas manchadas y de volverse a dormir con el temor de la repetición del acto. ¿No existe en la vergüenza, a caso, una falta de confianza?
Percibí varias erratas, como por ejemplo, en la página 56 “Que se vengan los chicos, esa canción que dice “Algunos que de venus, dicen venían trajeron de regalo las Tres Marías”.
Me gustó mucho la descripción de la señorita Zulema, porque trajo a mi recuerdo a mi maestra en los años escolares. Todos los actos, la descripción de los mismos, la música en el escenario y la infaltable directora de la escuela, haciendo gala de la autoridad con el micrófono en la mano.
A mí, personalmente, como lectora, me disgustan aquellos escritores detallistas en exceso, que diluyen lo esencial, haciendo que la novela se demore en aspectos perezosos que envejecen la lectura. Julián es uno de ellos, no deja de comentar cosas innecesarias, haciendo que se vuelva solamente descriptiva.
A lo largo de la novela hay numerosas referencias a lugares y marcas, como ser, en la página 93 “Torgelon”, que es un almacén ubicado en Donato Álvarez y la marca de los típicos jamones crudos colgados en el techo de almacenes (según google). También menciona a “Los Titanes en el Ring”, que marcaron la infancia de muchos chicos en una época. Cada tiempo crea sus titanes, sus ídolos, y eso siempre está ligado a los comportamientos culturales de cada época. Las lecturas, la escuela, la televisión, la música, van generando hábitos, conductas y gustos. La novela es un retrato de ese tiempo.
Es constante el coloquialismo.
El personaje Elvira representa la mujer de clase media-baja con todos sus tics, sus deseos, su fracaso, sus angustias, sus hábitos. Se hace eco junto con Julián de un mito universal, que es la noche buena y la navidad, el nacimiento del Hijo del Hombre, que me hace pensar en el festejo, en la solidaridad, en una de las pocas fiestas alegres de la cristiandad. Las familias se reúnen y en ese símbolo que es la reunión se consagran valores comunes y universales.
Creo que hay una relación edípica entre Julián y la madre. Percibe inquietante dormir cerca de ella, pasa el viaje observándola, como si ella fuese el paisaje.
En ese viaje, ellos conocen un zoológico de pueblo, de animales viejos. El río atraviesa San Antonio de Areco y el camping está situado a pocos metros de la costa. La descripción del lugar me remite al hecho de haber estado allí, un lugar que nada cambió después de 50 años.
La novela termina cuando el escritor hace una descripción, innecesaria a mi gusto, que incluye a los cartoneros como si fuese puro relato, pura palabra vacía, renglón por llenar. Creo que ese detalle echó por tierra toda la novela, que además de intentar ser poética, también trataría de ser una crítica política y social. Utiliza diminutivos (“esas morenitas alegres que se disputan un heladito”), y cree que ese recurso enaltece a la gente humilde. Es una mirada superficial de la pobreza.
Conclusión
La relación edípica que Julián López manifiesta con su madre es lo más auténtico que hay en la novela, así como el final es lo más inauténtico y forzado.
El color local que desliza Julián López en la novela es el de Buenos Aires en los ’50, pero el ritmo de la narración es más acorde al transitar de un pueblo que a la vorágine de una gran ciudad. Todo lo referente a las marcas (Nesquik, el Cynar, el Pineral, Chocolatines Jack), las relaciones entre los personajes, los gustos, las costumbres, los bares de una época que ha dejado de existir.
 Cuando hablamos de autobiografía, no nos ceñimos a hechos puntuales del protagonista, sino a ciertas circunstancias que vivió el escritor y que se mezclan con elementos ficcionales. De manera que, si bien no puede ser considerada una novela autobiográfica no está lejos de serlo. La desaparición de su madre remite a los años más dolorosos en la Argentina. Lo que en la novela se proyecta como una desaparición, en la vida real del autor, Julián López, se dio como la muerte temprana de la madre.
La novela transita un estilo realista, rondando en lo cotidiano, ligado a un romanticismo más propio de los años ’50 que de los años ‘70 (“Déjame, no quiero que me beses, por tu culpa estoy sufriendo la tortura de mis penas; déjame, no quiero que me toques, me lastiman esas manos, me lastiman y me queman”), y en este aspecto, me remite a la obra de Manuel Puig, autor que en sus novelas combina diálogos interiores, con diálogos de cocina entre mates y bizcochos; agobiantes climas de pueblo chico, que en el caso de Puig, están vertiginosamente, pero en el caso de Julián López están transitadas con ritmo lento, de fina sensibilidad.
La orfandad es el gran tema de la novela. El autor nos introduce en su infancia, y desde allí, nosotros, lectores, vivimos momentos de profunda evocación. Porque la infancia es un mito, y porque los secretos de los infantes son temas de los recuerdos cuando mayores. La orfandad es un sentimiento de alguien que está desplazado del mundo, que ha perdido sus referentes, y que necesita a toda costa retornar a las fuentes, a la identidad. Desde ese punto de vista, la novela de Julián López es la novela de la identidad de un hombre que rescata un período de su vida, lo ficcionaliza, lo hace novela y, finalmente nos entrega ”Una muchacha muy bella”.
El tema de la madre está asociado al tema del terror de la época: la dictadura, los secuestros y las infinitas muertes que cargó el pueblo argentino. La dicotomía de la madre entre su amor filial y la militancia política, fue una constante en muchas personas que vivieron en los años ’70. Tal vez hay en el hijo, un cierto reproche, deudas o necesidades insatisfechas afectivamente. La crudeza de esa época contrasta notablemente con el momento en que el personaje protagonista cuenta la novela. La característica de la novela, desde el punto de vista de la escritura, es que está concebida con una prosa finísima y hay una morosidad en los detalles del relato. El vocabulario oscila entre el lenguaje culto y el lenguaje popular.
Expectativas, aprendizaje y recomendación.
Las expectativas iniciales no fueron satisfechas, esta novela, si bien a veces logró parecerse a la poesía, principalmente naufragó en un océano de palabras e imágenes innecesaria que pretenden serlo, pero que quedan muchas veces en lo superficial, en la percepción de detalles que únicamente añaden páginas, pero que siento que no dicen mucho.
Aprendí algunas palabras que no conocía, aprendí algunas imágenes hermosas (principalmente al comienzo). No me dejó con dudas (preocupante).

Se lo recomendaría a un fundamentalista de los detalles que se interese más en el cómo que en el qué, a alguien a quien le gusten las historias narradas por escenas. No se la recomendaría a un ansioso ni a quien le interese la acción.

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