Diario de lecturaUna muchacha muy bella
La
ciudad hecha pueblo, infancia, recuerdo.
Ilusiones y razones
Escogí el libro “Una muchacha
muy bella” por la promesa, formulada en la contratapa, de no evocar una vida,
sino hacerla existir a través de una prosa poética. Además de por las menciones
a lugares y marcas que me son familiares, la historia de un hijo al que le es
arrebatada su madre, que entendí como única compañía o miembro familiar.
Pero, fundamentalmente, lo
elegí porque quiero saber cómo es una novela escrita por un poeta, ¿será poesía
su prosa? ¿escribirá con tanta minuciosidad como con la que se escriben los
poemas?. La contratapa hace que me imagine a este libro como un poema gigante.
Las expectativas que me
despierta son bastantes.
Lectura
Viernes 13 de noviembre.
20:20hs.
Comienzo la lectura. Ya en el
primer párrafo algo me llama la atención: la descripción de la madre es
hermosa, la palabra “azulina” (adj. Que tira a azul) le da un destello
original, imprevisible. En el mismo párrafo encuentro “Hablo del contorno de su
pelambre, del dibujo lineal de ese océano de antenas flexibles en que terminaba
el piélago de su cara” y me sorprendo por el increíble sistema que somos
capaces de usar, de moldear. De las posibilidades que esa máquina, imperfecta,
pero que algunos saben manejar con exactitud, nos brinda para expresar de
incontables formas una situación, un objeto, una sensación. Me asombro ante la
capacidad de Julián López, despegada en esa oración, de traspasar las barreras
de lo cotidiano, de poder ver de otra forma, con otras palabras, con otro
enfoque.
Habla de su madre como si
estuviese enamorado de ella. Rol de madre e hijo a veces invertido, por ejemplo
cuando saca el pichón del balcón, del que su madre se refugia en el cuarto del
hijo.
En el fresno que daba a las
ventanas de las habitaciones anidaban pájaros. El fresno es el símbolo de
juventud, larga vida y prosperidad. El fresno es el árbol al que da el balcón
de la casa de una muchacha.
He buscado en el diccionario:
Piélago: Aquello que por su
abundancia es difícil de enumerar / Parte del mar que dista de la tierra.
Mollera: Parte màs alta del
casco de la cabeza, junto a la comisura coronal / Seso / Fontanela situada en
la parte màs alta de la frente.
Acicatear: Estimular.
Jueves 19 de noviembre.
19:00hs.
La madre era una niña: un paseo
por la misma ciudad en donde vivía era interpretado como un viaje a un nuevo
continente.
Julián López es exageradamente
detallista.
En la página 16 menciona al
libro “El varón domado”, de Esther Vilar, junto con “Cien años de soledad” y
“La rama dorada”. El primero fue escrito
por una argentina (Esther) psicóloga, socióloga y médica y publicado en 1971.
La autora, en una entrevista acerca de su libro, afirmó “El hombre fue
entrenado y condicionado por la mujer, de manera no muy distinta a como Pavlov
condicionó sus perros, para convertirlos en sus esclavos. Como compensación por
su labor los hombres son premiados periódicamente con una vagina.”. Primera
mujer en denunciar el feminismo.
Domingo 22 de noviembre.16:54hs
En la página 55 hay una
descripción de lo que es para un niño la vergüenza, la oscuridad, la necesidad
de borrar todo vestigio, la madre durmiendo en la habitación de al lado, la
búsqueda de sábanas limpias, la necesidad imperiosa de esconder esas sábanas
manchadas y de volverse a dormir con el temor de la repetición del acto. ¿No
existe en la vergüenza, a caso, una falta de confianza?
Percibí varias erratas, como
por ejemplo, en la página 56 “Que se vengan los chicos, esa canción que dice
“Algunos que de venus, dicen venían trajeron de regalo las Tres
Marías”.
Me gustó mucho la descripción
de la señorita Zulema, porque trajo a mi recuerdo a mi maestra en los años
escolares. Todos los actos, la descripción de los mismos, la música en el
escenario y la infaltable directora de la escuela, haciendo gala de la
autoridad con el micrófono en la mano.
A mí, personalmente, como
lectora, me disgustan aquellos escritores detallistas en exceso, que diluyen lo
esencial, haciendo que la novela se demore en aspectos perezosos que envejecen
la lectura. Julián es uno de ellos, no deja de comentar cosas innecesarias,
haciendo que se vuelva solamente descriptiva.
A lo largo de la novela hay numerosas
referencias a lugares y marcas, como ser, en la página 93 “Torgelon”, que es un
almacén ubicado en Donato Álvarez y la marca de los típicos jamones crudos
colgados en el techo de almacenes (según google). También menciona a “Los
Titanes en el Ring”, que marcaron la infancia de muchos chicos en una época.
Cada tiempo crea sus titanes, sus ídolos, y eso siempre está ligado a los
comportamientos culturales de cada época. Las lecturas, la escuela, la
televisión, la música, van generando hábitos, conductas y gustos. La novela es
un retrato de ese tiempo.
Es constante el coloquialismo.
El personaje Elvira representa
la mujer de clase media-baja con todos sus tics, sus deseos, su fracaso, sus
angustias, sus hábitos. Se hace eco junto con Julián de un mito universal, que
es la noche buena y la navidad, el nacimiento del Hijo del Hombre, que me hace
pensar en el festejo, en la solidaridad, en una de las pocas fiestas alegres de
la cristiandad. Las familias se reúnen y en ese símbolo que es la reunión se consagran
valores comunes y universales.
Creo que hay una relación
edípica entre Julián y la madre. Percibe inquietante dormir cerca de ella, pasa
el viaje observándola, como si ella fuese el paisaje.
En ese viaje, ellos conocen un
zoológico de pueblo, de animales viejos. El río atraviesa San Antonio de Areco
y el camping está situado a pocos metros de la costa. La descripción del lugar
me remite al hecho de haber estado allí, un lugar que nada cambió después de 50
años.
La novela termina cuando el
escritor hace una descripción, innecesaria a mi gusto, que incluye a los cartoneros
como si fuese puro relato, pura palabra vacía, renglón por llenar. Creo que ese
detalle echó por tierra toda la novela, que además de intentar ser poética,
también trataría de ser una crítica política y social. Utiliza diminutivos
(“esas morenitas alegres que se disputan un heladito”), y cree que ese recurso
enaltece a la gente humilde. Es una mirada superficial de la pobreza.
Conclusión
La relación edípica que Julián
López manifiesta con su madre es lo más auténtico que hay en la novela, así
como el final es lo más inauténtico y forzado.
El color local que desliza
Julián López en la novela es el de Buenos Aires en los ’50, pero el ritmo de la
narración es más acorde al transitar de un pueblo que a la vorágine de una gran
ciudad. Todo lo referente a las marcas (Nesquik, el Cynar, el Pineral,
Chocolatines Jack), las relaciones entre los personajes, los gustos, las
costumbres, los bares de una época que ha dejado de existir.
Cuando hablamos de autobiografía, no nos
ceñimos a hechos puntuales del protagonista, sino a ciertas circunstancias que
vivió el escritor y que se mezclan con elementos ficcionales. De manera que, si
bien no puede ser considerada una novela autobiográfica no está lejos de serlo.
La desaparición de su madre remite a los años más dolorosos en la Argentina. Lo
que en la novela se proyecta como una desaparición, en la vida real del autor, Julián
López, se dio como la muerte temprana de la madre.
La novela transita un estilo
realista, rondando en lo cotidiano, ligado a un romanticismo más propio de los
años ’50 que de los años ‘70 (“Déjame, no quiero que me beses, por tu culpa
estoy sufriendo la tortura de mis penas; déjame, no quiero que me toques, me
lastiman esas manos, me lastiman y me queman”), y en este aspecto, me remite a
la obra de Manuel Puig, autor que en sus novelas combina diálogos interiores,
con diálogos de cocina entre mates y bizcochos; agobiantes climas de pueblo
chico, que en el caso de Puig, están vertiginosamente, pero en el caso de
Julián López están transitadas con ritmo lento, de fina sensibilidad.
La orfandad es el gran tema de
la novela. El autor nos introduce en su infancia, y desde allí, nosotros,
lectores, vivimos momentos de profunda evocación. Porque la infancia es un
mito, y porque los secretos de los infantes son temas de los recuerdos cuando
mayores. La orfandad es un sentimiento de alguien que está desplazado del
mundo, que ha perdido sus referentes, y que necesita a toda costa retornar a
las fuentes, a la identidad. Desde ese punto de vista, la novela de Julián López
es la novela de la identidad de un hombre que rescata un período de su vida, lo
ficcionaliza, lo hace novela y, finalmente nos entrega ”Una muchacha muy bella”.
El tema de la madre está
asociado al tema del terror de la época: la dictadura, los secuestros y las
infinitas muertes que cargó el pueblo argentino. La dicotomía de la madre entre
su amor filial y la militancia política, fue una constante en muchas personas
que vivieron en los años ’70. Tal vez hay en el hijo, un cierto reproche,
deudas o necesidades insatisfechas afectivamente. La crudeza de esa época
contrasta notablemente con el momento en que el personaje protagonista cuenta
la novela. La característica de la novela, desde el punto de vista de la
escritura, es que está concebida con una prosa finísima y hay una morosidad en
los detalles del relato. El vocabulario oscila entre el lenguaje culto y el
lenguaje popular.
Expectativas, aprendizaje y
recomendación.
Las expectativas iniciales no
fueron satisfechas, esta novela, si bien a veces logró parecerse a la poesía,
principalmente naufragó en un océano de palabras e imágenes innecesaria que
pretenden serlo, pero que quedan muchas veces en lo superficial, en la
percepción de detalles que únicamente añaden páginas, pero que siento que no
dicen mucho.
Aprendí algunas palabras que no
conocía, aprendí algunas imágenes hermosas (principalmente al comienzo). No me dejó con dudas
(preocupante).
Se lo recomendaría a un fundamentalista de los detalles
que se interese más en el cómo que en el qué, a alguien a quien le gusten las
historias narradas por escenas. No se la recomendaría a un ansioso ni a quien
le interese la acción.
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