Una
muchacha bella perdida para siempre en el espanto
¿Por qué elegí este libro?
Elegí este libro porque desde un principio me llamó la
atención su portada y aunque estuve a punto de comenzar a leer otro libro
termine de decidirme por este por el argumento, me di cuenta que el que iba a
elegir era más parecido a lo que suelo leer, y me llamó la atención este porque
nunca había leído un libro donde la protagonista sea la madre en el punto de
vista de su hijo, donde al parecer la recuerda y habla de ella con una intensa
admiración, amor, y el hecho de que la protagonista sea ella me generó un poco
de nostalgia porque la imaginé como una luchadora que marcó la vida de su hijo.
Además, tenía ganas de leer una historia contada de una manera más sensible, ya
que no suelo leer este tipo de cosas. Dentro de mis expectativas imagino que va
a ser de fácil lectura, aunque no dispongo de muchos días para leer porque me
atrasé mucho.
Jueves 19/11.
14 pm. pág 9 - pág 17
Me llamó la atención la admiración que el hijo tiene de su madre, quién todavía no tiene nombre, está en cada detalle, movimiento y la describe de manera muy poética, las palabras hermosas que usa crean un personaje muy lindo de imaginar. Me conmueve y recuerda un poco a mi mamá cuando la imagino sola con su hijo, e imagino que en algún momento él se va a quedar solo, y como única compañía quedará el recuerdo de su madre. Leí unas frases que tuve que resaltar, no podía pasarlas por alto ya que algo me generan“Mi madre me amaba. Es más, podría decir que mi madre me amaba locamente. Mi madre me amaba claro: pero yo era su hijo”
“Mi madre admiraba el hombre en estado de semilla que había en mí. Pero yo era su hijo”
En estas frases pareciera que el hecho de ser su hijo es una responsabilidad o algo no tan deseado, o tal vez una limitación.
Por momentos el tono del narrador es el de un nene que ama a su madre, y la complace ya que desea verla feliz, y en otros aparecen como reflexiones de alguien no tan chico.
La ternura de la madre logra en mí un efecto opuesto y me hace pensar que tiene un lado diferente y mucho más oscuro, por más que hasta ahora solo la caracteriza de maneras muy lindas, y estoy expectante esperando a que aparezca. Hasta ahora lo que puedo pensar de ella es que era una mujer muy luchadora que como tal tenía una imagen del Che y un fanatismo por él, en este primer tramo leí poco ya que voy a intercalar la lectura con un poco de estudio y seguiré un poco más tarde.
16 pm pág 17- pág 49
Retomé la lectura y me encontré con la descripción de salidas que tenían el narrador y su madre, por ejemplo, el restaurante llamado “Bambi” o el café llamado “Casa Suiza” (Lugares que busqué en internet y aún existen)Detuve la lectura en una frase y no pude parar de leer el párrafo en el que se encontraba repetidas veces:
“¿Quién hablaba por mi madre y a quiénes? ¿Qué era ese plural que aparecía para terminar nuestra salida? ¿Quiénes hablaban en mi madre?”
Este es el tipo de reflexión en forma de pregunta retórica que pareciera que hace el narrador, como si con el pasar del tiempo se cuestionara cosas que antes no, algo que me gusta y atrae mucho.
Luego se da un episodio muy interesante en el Jardín Botánico. El narrador describe minuciosamente cada detalle de esa salida. En un momento de ella su madre se acerca a otra mujer que estaba ahí para pedir si podía cuidar a su hijo por un rato. El narrador al parecer ya se había dado cuenta que ella iba a irse por un tiempo:
“Ella sabía que yo sabía que, naturalmente, una mujer, en algún momento, tiene que ausentarse”.
Cuando ella volvió a buscarlo, según lo describe el narrador, da la impresión de que el mundo se paralizara y se detuviera en ella. Da a entender que cuando ella volvía de esos lapsos donde se ausentaba era distinta a cuando se fue
“Tal vez mi madre era más mujer cuando volvía”.
(me provoca intriga que era lo que ella hacía en esos lapsos)
Aunque sus descripciones me parecen a cada página que avanzo muy exageradas, así que supongo que se confundían un poco los pensamientos del hombre mayor con los del niño.
Un deseo del narrador que leí directamente con la voz del hombre mayor y me resultó llamativo:
“Me daban ganas de no ser su hijo. Todo lo que quería era escapar de ahí, ser grande, recibirla admirado y decirle seguro: has recorrido un largo camino, muchacha.”. Sigo leyendo.
El episodio que describe ahora es de una madre que manda a su hijo a bañar mientras va a hablar por teléfono a la casa de la vecina, ya que era la única que tenía teléfono y además era una de las únicas personas con las que hablaba su madre, ya que ella decidía no entablar muchas conversaciones con los demás, me hace notar el nerviosismo que tenía por miedo a las intromisiones de otros, como si llevar una vida más solitaria le diera seguridad.
De nuevo la madre se ausenta, y la vecina (quien tomaba alcohol frente al niño y no dudaba en convidarle) se queda a cuidar a su hijo. La vecina mira una novela llamada “Pobre diabla”.
Investigué a ver si tenía algún dato que me sirva para aportar a la historia:
Pobre diabla fue una telenovela argentina emitida en 1973 por Canal 13 protagonizada por Soledad Silveyra y Arnaldo André. (Wikipedia)
Esto me ayuda a localizar este momento de la historia, era una época previa a la dictadura.
“A veces me parecía que los grandes consumían cosas horribles solo porque eso los ayudaba a lidiar con el mundo.”
Viernes 20/11
14 pm pág 49 - pág 79
Retomé la lectura y me encontré con una madre que lleva a su hijo a la cama, y me dí cuenta que en cada situación en que la madre y él tienen contacto pareciera que él solo disfruta de cada momento, como si tuviera que hacerlo porque no existieran tantos momentos para disfrutarla, como si ella no le profesara el mismo amor y evitara estas situaciones.
“Me había vuelto un experto en disfrutar las cosas fugaces, los momentos de verdadero contacto”.
“Comencé a desplegar una estrategia de innumerables intentos para no dormirme, yo quería estar vivo para no perderme nada de ese momento”
Hay una situación sanguinolenta sobre la caza de un ñandú en el campo de su tío, quien tiene peones a cargo, un contexto de familia acomodada.
Luego comienza otro capítulo, del cual me fue un poco confuso seguir el hilo de la historia ya que el narrador explicaba cosas del presente con anécdotas, que un poco se iban por las ramas (y aunque esto sea natural de cualquiera que este relatando una), por instantes parecía que ese recuerdo estaba sucediendo en el presente.
Hubo un episodio que me parece muy importante escribir ya que fue el único momento en el que el narrador no parecía tan maravillado con su madre, luego de una visita de su tío y una charla de la cual el niño no pudo escuchar, ella salió apurada y con la impresión de estar preocupada del departamento, se llevó todo lo que estaba en la caja de ahorros. Esta ausencia era diferente a las demás ya que volvió con los ojos hinchados por llorar, como si algo malo hubiese ocurrido. (Hasta ahora este personaje no se había mostrado afligido ni alarmado, lo que llamó aún más la atención.) devolvió lo que había sacado de la caja; billetes (que el niño había visto que sacó) y la libreta de estampillas de su hijo. Esto último indignó al narrador, primera vez que noto en él una emoción diferente a las demás (amor, adoración, comprensión) hacia su madre.
“Todavía trataba de capturar la brisa del paso de mi madre por delante de mí, pero ese aire no tenía el olor metalizado que solía tener cuando volvía de sus salidas”
“Esa vez el aire a su alrededor olía a aire, nada especial.”
Aunque ese mismo día su admiración volvió, y me detuve de nuevo en una de sus frases al describir a su madre que me llamó la atención:
“Me encanta verla así, y no me importaba que hablara con otros hombres, era claro que hablaba con otros...”
¿Por qué aclara que “no le importaba si hablaba con otros hombres”? Como si él mismo saliera de su lugar de hijo, y se pusiera en el lugar de hombre. No puedo evitar detenerme en sus descripciones y comentarios hacia su madre, me parecen muy intensos, como si tuviesen un tinte de enamoramiento.
Me di cuenta que el personaje de la madre me provoca un poco de molestia por momentos, ya que a cada pregunta que le hace su hijo ella responde con otra pregunta, como si las dudas de él no importaran y no tuviese derecho a saber, como si lo subestimara constantemente por ser un niño, algo que me provoca enojo porque en algún momento de chica vida viví situaciones así, y me molestaba tanto como el narrador lo expresa. En esta situación en especial me sentí identificada. Se produce un episodio en la historia en el cual el niño no aceptó otra pregunta como respuesta e insistió, y finalmente su madre respondió.
Y no puedo pasar por alto un detalle que no es importante, pero fue lindo leer: la descripción de como el niño tomaba Nesquick, ya que de la misma manera lo hago yo.
Una linda reflexión del narrador: “Me había vuelto un experto en disfrutar las cosas fugaces, los momentos de verdadero contacto”.
“Comencé a desplegar una estrategia de innumerables intentos para no dormirme, yo quería estar vivo para no perderme nada de ese momento”
Hay una situación sanguinolenta sobre la caza de un ñandú en el campo de su tío, quien tiene peones a cargo, un contexto de familia acomodada.
Luego comienza otro capítulo, del cual me fue un poco confuso seguir el hilo de la historia ya que el narrador explicaba cosas del presente con anécdotas, que un poco se iban por las ramas (y aunque esto sea natural de cualquiera que este relatando una), por instantes parecía que ese recuerdo estaba sucediendo en el presente.
Hubo un episodio que me parece muy importante escribir ya que fue el único momento en el que el narrador no parecía tan maravillado con su madre, luego de una visita de su tío y una charla de la cual el niño no pudo escuchar, ella salió apurada y con la impresión de estar preocupada del departamento, se llevó todo lo que estaba en la caja de ahorros. Esta ausencia era diferente a las demás ya que volvió con los ojos hinchados por llorar, como si algo malo hubiese ocurrido. (Hasta ahora este personaje no se había mostrado afligido ni alarmado, lo que llamó aún más la atención.) devolvió lo que había sacado de la caja; billetes (que el niño había visto que sacó) y la libreta de estampillas de su hijo. Esto último indignó al narrador, primera vez que noto en él una emoción diferente a las demás (amor, adoración, comprensión) hacia su madre.
“Todavía trataba de capturar la brisa del paso de mi madre por delante de mí, pero ese aire no tenía el olor metalizado que solía tener cuando volvía de sus salidas”
“Esa vez el aire a su alrededor olía a aire, nada especial.”
Aunque ese mismo día su admiración volvió, y me detuve de nuevo en una de sus frases al describir a su madre que me llamó la atención:
“Me encanta verla así, y no me importaba que hablara con otros hombres, era claro que hablaba con otros...”
¿Por qué aclara que “no le importaba si hablaba con otros hombres”? Como si él mismo saliera de su lugar de hijo, y se pusiera en el lugar de hombre. No puedo evitar detenerme en sus descripciones y comentarios hacia su madre, me parecen muy intensos, como si tuviesen un tinte de enamoramiento.
Me di cuenta que el personaje de la madre me provoca un poco de molestia por momentos, ya que a cada pregunta que le hace su hijo ella responde con otra pregunta, como si las dudas de él no importaran y no tuviese derecho a saber, como si lo subestimara constantemente por ser un niño, algo que me provoca enojo porque en algún momento de chica vida viví situaciones así, y me molestaba tanto como el narrador lo expresa. En esta situación en especial me sentí identificada. Se produce un episodio en la historia en el cual el niño no aceptó otra pregunta como respuesta e insistió, y finalmente su madre respondió.
Y no puedo pasar por alto un detalle que no es importante, pero fue lindo leer: la descripción de como el niño tomaba Nesquick, ya que de la misma manera lo hago yo.
21 pm. Pág 79 – Pág 110
“Me dejaba perplejo saber que la gente convivía con cosas monstruosas que no podría enfrentar, cosas que podrían tragarlas, llevárselas a lo oscuro sin menor posibilidad de salvarse. Si ese fondo comenzaba a chupar ¿Qué cuerpo iba a poder bracear para llegar a la superficie? ¿Y si ese lecho se infiltraba? ¿Si por una grieta mínima comenzaba a gotear el mismísimo océano? ¿Si esa abrumadora masa líquida licuaba los continentes, qué podía pasar con nosotros, íbamos a terminar todos chupados?”
Palabras que descubrí:
*Esquela: también llamado aviso fúnebre o aviso mortuorio, es una nota recuadrada en negro que publicada en un medio de comunicación o afichada en un lugar público, da noticia del fallecimiento de una persona
*Promontorio: Elevación del terreno o monte de poca altura.
*Esquirlas: pequeña porción o astilla desprendida de un hueso fracturado
Habla mucho sobre la importancia de la literatura para la madre, como ordena su biblioteca: “Mi madre decía que la diferencia la hacían los libros, que me fijara en eso cuando entrara a una casa. Si había libros era otra cosa.” Esto lo lleva a un recuerdo, una vez que fue a la casa de un compañero a hacer un trabajo y se fijó en lo que la madre le había advertido. El compañero tenía libros de la Segunda Guerra Mundial, y el narrador poesía, historias…
Seguí leyendo y me sorprendió la actitud del niño en una situación común. Él sabía que había algo que no sabía de su madre, o que no entendía, y quería escuchar, saber. La madre se encuentra apurada por atender el teléfono en la casa de la vecina, y el niño corre detrás de ella para estar presente en el llamado, y poder escuchar, entender porque esos escapes repentinos. La madre ocultaba la mímica de su voz con la mano, me pareció un poco justo, imagino lo importante que era para la mamá protegerlo, seguro un montón de niños vivieron eso, y no entendieron esas situaciones hasta que crecieron. Aunque a la vez me parece un poco injusto, y no es por juzgar la manera de proteger a los hijos, pero creo que, con honestidad, aunque sea un poco suavizada, se puede proteger más que con la ignorancia. El viento cerró la puerta del departamento de ellos, dejando sus llaves dentro. La madre se largó a llorar, muy nerviosa y triste, y no fue por el hecho de que tuvieran que hacer un par de maniobras para entrar en su departamento, fue la gota que rebalsó un vaso que viene llenándose. Dejó al hijo con la vecina, y se ausento por un tiempo. De a poco se complica la vida de los personajes, me gusta cómo se camuflan en la simpleza de lo cotidiano el malestar, los problemas.
A pesar de todo esto decidieron festejar Navidad unidos, y remarco esto porque me gusta la idea que tiene el narrador acerca de la Navidad:
“Me ilusionó pensar que finalmente el Niñito Jesús podría encontrar en nuestro hogar un buen lugar para traer su vaca, su burro, su madre púber, su padre abusador, su estrella de Belén, sus estrafalarios Reyes Magos y su cunita de paja para dar inicio al vodevil más escandaloso de la historia de Occidente”
La vecina va a llevar al niño a ver Titanes en el Ring, me conmueve que el niño este tan entusiasmado por salir, tanto como Elvira, me da pena que estén alegres por eso ya que significa que no pasa a menudo, no salen mucho de sus departamentos.
Seguí leyendo, en el camino a ver Titanes se demuestra el nerviosismo por estar en la calle que vivían, como si no fuese un lugar seguro, y se me hace tan extraño e increíble imaginarme algo así.
Me da lástima como el nene no disfruto su salida por estar preocupado pensando en su madre, que aun así fuera consciente del esfuerzo que hizo su vecina para llevarlo e intentar animarlo, me provocó ternura.
“Trataba de empujarme a una infancia sin dobleces, sin sospechas, pero la verdad es que no quería estar ahí, me preocupaba mi madre.”
Me pone mal que Elvira encontrara pánico en la calle, aparecen falcon verdes, patrullas, convoy. Y al llegar al único lugar que parecía seguro para ellos (el departamento) encontraron a su madre llorando, con la persiana baja, como si se escondiera aún en su propia casa.
La historia va teniendo un tono más oscuro, triste, y pareciera que los personajes cada vez están más acorralados, se nota la ausencia de libertad, el pánico, no puedo dejar de sentir como si la época en la que estoy viviendo se convirtiera en la época del libro, y un poco se me llenan los ojos de lágrimas. Me conmueve, me transmite y me da ganas de hacer catarsis.
Sábado 21/11
10 am pág 110 - pág 157
Retomé la lectura, no sé si será por el cariño que tomé con los personajes y por el hecho de que un poco imagino a su madre como si fuera la mía que me enternece que empiece un nuevo capítulo con ella cocinando un gran desayuno, me transmite la lucha y búsqueda por algún momento de felicidad, que, a pesar de ese último tiempo, seguir intentando transmitir alegría.Ese día era el de Nochebuena. Pasaban esa noche con Elvira y su hermana Desiré. Es en este episodio donde se nota la diferencia entre el cariño tierno con el que ve a su mamá, aunque la vea como una mujer, a como ve a Desiré, que se presenta como el personaje que le produjo su primera erección, es una especie de deseo y desenfreno.
Luego de las vacaciones el niño retomó las clases, un día lo pasó a buscar Elvira, lo que era inusual, vio a un policía parado en la vereda y salió corriendo
“Salí veloz, como un leopardo hastiado del sometimiento de estar echado para los ojos de sus captores”
“Yo sabía algo. Sabía. Corrí desaforado, apretando fuerte la valija con mis cuadernos de la escuela, para no perderla, y sabía algo. Yo sabía”
Fue inesperado todo lo que sucedió después de esa frase, él llego a su departamento y encontró todo revuelto, los libros tirados, su espacio había sido violado. En ese momento me di cuenta que el personaje de la madre pasaba a ser un recuerdo. Me asustó la situación que no terminé de entender, y empezó un nuevo capítulo, se fue la delicadeza de la infancia con un narrador de edad mayor.
En este narrador ya más grande el lenguaje es más complejo. Es más bruto, más viril, más sexual. Todavía tiene la costumbre o ritual de tomar té, aunque al principio pareciera que no recuerda que su madre tomaba té como él, hasta que finalmente lo hace:
“Mi té no era mío, mi té nunca fue mío. Yo era solamente un hijo, nada más, un hijo.”
La realidad parece más hostil. Visita a Elvira en el geriátrico, todas las imágenes que construye de ella y la visa son tristes, melancólicas. Me gusta cuando las describe ya que vuelve un poco el tono de niño. No quiere tener hijos, no quiere tener padre ni ser hijo de nadie, pareciera que culpa a la madre por su desaparición.
“Hija de una grandísima puta, dejarme solo contra el mundo, cambiar atarme los cordones de las zapatillas diminutas por no sé qué mierda. Hijo de un vagón lleno de putas, dejarme sin palabras en el apartado padre”.
Retomo el tema de Elvira para decir que el narrador (que hasta ahora nunca tuvo nombre) se puso contento por poder ver a Elvira morir. Lo que me hace pensar que tiene que ver con la ausencia de su madre, que se la arrebataron, e imagino que se habrá quedado con Elvira, que pasó a ser una madre para él, y como a su verdadera madre no pudo verla morir a Elvira podía acompañarla en ese trayecto, y eso lo tranquilizaba. Esto me hizo pensar y reflexionar un poco acerca del título. A Elvira la vio envejecer, pasar por todas las etapas que le quedaban, su madre sin embargo quedó inmaculada en un recuerdo. En el recuerdo de “Una muchacha muy bella”, porque nunca envejeció para él, porque en sus recuerdos ella seguía siendo una muchacha.
“Hay una muchacha bella perdida para siempre en el espanto y un quebrado que se ahoga y no puede distinguir cuál es su recuerdo”.
“No quiero ser el hijo de ese cuerpo en los días entre el secuestro y el final.”
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