martes, 17 de noviembre de 2015

De Amor, Delirios y otras cosas... - Juan Martín Ricci

Escucha, bosteza, pestañea
Se sienta, bosteza, se levanta
Se lava la cara, se viste,  tropieza
Cae, bosteza, pestañea
No escucha, no siente y no se despierta jamás.


Se siente diminuto,
Atrapado en un mar de tejidos suaves
Que cariñosamente lo distraen
La tibieza lo atrae
Como si del vientre de su madre se tratase
Trata de incorporarse
Pero ella lo llama
La mullida, la hermosa
Cubierta de seda ella reposa
Y ante su comodidad majestuosa
El se rinde y se desploma sobre ella.


Ojala no puedas conciliarlo
Que tu cama se zarandee como bote en una tormenta
Que a tus sueños ahuyenta,
Que tus nervios experimenten
Un estrés sin cuartel,
Que tu agonía sea tal
Que la muerte parezca un dulce descanso
Y cuando finalmente descanses en paz
Que renazcas
Para vivir todo, una vez más.


La desea tanto como la flor a una gota
En una sequía sin piedad,
La ama a tal punto que el mayor sacrificio
Parecería un vuelto si ella lo pidiera,
Su belleza es tan impresionante
Que ni el más brillante ángel, podría comparársele,
Y su dulzura es tal
Que ni la Ambrosía del Olimpo le hace par.

   
El volcán es de hielo
Las rocas son celestes
Y son rojas brazas,
La arenilla suave
Posee hermosos colores
La herida del amanecer,
Y cantos rodados coloridos
De una estrella sobria e incolora.
El volcán es de hielo,
Las rocas son celestes.
(Emulando la forma de: “El cielo es ceniza de Federico García Lorca”)


Hanabi en la Fubuki viajera
Que corre como un lobo de blanco pelaje,
Con manchas rojas y azules,
Viaja persiguiendo a la luna,
Pero nunca la alcanzara,
Ya que su destino,
Al lado del sol está.

Hanabi (花火)
Fubuki (吹雪)


 El cotireto se zarandea
Si este pudiera librarse de ese ofolo tan violento
A su destino llegarían,
Pero este viaje no tiene foron
Y su suerte se agotó,
Y cuando el ofolo lo reclamo
El cotireto simplemente se rindió.


Perdida estaba
Y a la luz de la luna brillaba
Su belleza
A dos jinetes embelesaba
Y su mirada
Maravillados los dejaba
Ojos como estrellas
Que el camino alumbraban
Y su travesía facilitaban
Aquella fue la ultima vez que vieron
A la doncella del campo de las Drabas.


Cuando el Bóreas llegara
El aluvión de delirios liberará
Para que con ese viento viajaran
Como un suplicio impío
Que a los ácratas sumirá,
En una oscuridad astral,
Donde una pertinaz llovizna reina,
Y un Profundo silencio hará
Que a su canguelo revivirá.


Ser o no ser,
¿Cómo podríamos no ser?
Al no ser, ¿no estaríamos siendo el no ser?
Aunque hay gente que al ser parece no serlo.
Al querer no ser, estoy siendo el querer
Pero no siendo el ser
¿Así que podría ser?
¿Qué podamos ser el no ser?

¿O al no ser, estoy siendo el ser?

Autor: Juan Martín Ricci

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