Escucha, bosteza,
pestañea
Se sienta, bosteza,
se levanta
Se lava la cara, se
viste, tropieza
Cae, bosteza,
pestañea
No escucha, no siente
y no se despierta jamás.
Se siente diminuto,
Atrapado en un mar de
tejidos suaves
Que cariñosamente lo distraen
La tibieza lo atrae
Como si del vientre
de su madre se tratase
Trata de incorporarse
Pero ella lo llama
La mullida, la
hermosa
Cubierta de seda ella
reposa
Y ante su comodidad
majestuosa
El se rinde y se
desploma sobre ella.
Ojala no puedas
conciliarlo
Que tu cama se
zarandee como bote en una tormenta
Que a tus sueños
ahuyenta,
Que tus nervios
experimenten
Un estrés sin cuartel,
Que tu agonía sea tal
Que la muerte parezca
un dulce descanso
Y cuando finalmente
descanses en paz
Que renazcas
Para vivir todo, una
vez más.
La desea tanto como
la flor a una gota
En una sequía sin
piedad,
La ama a tal punto
que el mayor sacrificio
Parecería un vuelto
si ella lo pidiera,
Su belleza es tan
impresionante
Que ni el más brillante
ángel, podría comparársele,
Y su dulzura es tal
Que ni la Ambrosía
del Olimpo le hace par.
El volcán es de hielo
Las rocas son celestes
Y son rojas brazas,
La arenilla suave
Posee hermosos
colores
La herida del
amanecer,
Y cantos rodados
coloridos
De una estrella
sobria e incolora.
El volcán es de
hielo,
Las rocas son
celestes.
(Emulando la forma de:
“El cielo es ceniza de Federico García Lorca”)
Hanabi en la Fubuki viajera
Que corre como un
lobo de blanco pelaje,
Con manchas rojas y
azules,
Viaja persiguiendo a
la luna,
Pero nunca la
alcanzara,
Ya que su destino,
Al lado del sol está.
Hanabi (花火)
Fubuki (吹雪)
Si este pudiera
librarse de ese ofolo tan violento
A su destino llegarían,
Pero este viaje no
tiene foron
Y su suerte se agotó,
Y cuando el ofolo lo
reclamo
El cotireto simplemente
se rindió.
Perdida estaba
Y a la luz de la luna
brillaba
Su belleza
A dos jinetes
embelesaba
Y su mirada
Maravillados los
dejaba
Ojos como estrellas
Que el camino
alumbraban
Y su travesía
facilitaban
Aquella fue la ultima
vez que vieron
A la doncella del
campo de las Drabas.
Cuando el Bóreas
llegara
El aluvión de
delirios liberará
Para que con ese
viento viajaran
Como un suplicio impío
Que a los ácratas sumirá,
En una oscuridad
astral,
Donde una pertinaz
llovizna reina,
Y un Profundo
silencio hará
Que a su canguelo
revivirá.
Ser o no ser,
¿Cómo podríamos no
ser?
Al no ser, ¿no estaríamos
siendo el no ser?
Aunque hay gente que
al ser parece no serlo.
Al querer no ser,
estoy siendo el querer
Pero no siendo el ser
¿Así que podría ser?
¿Qué podamos ser el
no ser?
¿O al no ser, estoy
siendo el ser?
Autor: Juan Martín Ricci
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