Prólogo
pequeños tejidos que esperan algo sin saber qué.
expresión de indefiniciones volátiles
(se escapan de la punta de la lengua).
mientras los mortales
en el azul cristal del alba, en un delirio paralelo
corrían de tu pálida frente
confidente de mi sueño infinito
quizás cuando la niebla sea nube
cuando de las montañas caigan naranjas
y la gran urbe se espume
las puntas de mi pelo dejarán sus zanjas
soltarán los lazos que las unen
de ellas saldrán alegres esponjas
que harán que el eco se esfume
un sanso en el sandial
cuando la salumbre es sangraza
caída del sangredo
y la procela periclita
tiple la voz de tínea
del proco
en la sicigia eterna
Ahogarnos
caíamos en cualquier rincón
quedaba la música
un colchón de algas
jugábamos al dolor del hombre
al final de una guerra
crilillo de parlepídea lumininca
dumierto en la claroslutia de miresmitar
suivado en el plumor
cleventino crilando crivares crivados
langus gastino de baldazas
a veces baldías
desde mi balcón de nubes
recojo el viento entre mis párpados
floto sobre los campos salvajes
de margaritas enrojecidas
por la luz de los tomates al sol
que tal vez podría amar
en su jugo de semillas
en la piel que duele después del hervor
de las rosas
quemadas por la luna
pálidas como el invierno
atrapadas en la desdicha
de las voces
quizás desde la tarima
algún día pueda observar próxima
la inestabilidad de tu desdicha
la marea monstruosa
desde lejos, borrosa
y las antiguas nociones contradichas
(con deidad - amado nervo)
perdido el océano
rodeado de tierra y hombres
de cifras y voces
historias escondidas o dichas conservan el secreto
del ardor de la lengua
y los callos en los ojos
un bosque
con un sendero
con un silencio
con infinitas flores que comparten
una tierra
marcada por una huella
dos pies descalzos la atravesaron
sondearon su único corazón
y lo duplicaron
se levantó temprano
y el temporal lo bañó
dejó de estar sano,
la lluvia lo enfermó
sus cultivos se volvieron enanos
la casa se desarmó
y a él, que era tan ermitaño,
ni dios lo ayudó
vos
dans l'obscurité
tus ojos como una gota de luz
me hacían ver
que detrás de los cable estaban las venas
y que el aire
como una telaraña
se teje de a poco
con cada suspiro
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