Querida
amiga, te escribo esta carta para que sepas la angustia tan grande que estoy
sintiendo. Tanto dolor es el que llevo en mi cuerpo que es posible que ya no
vuelva a hablarte o verte. Quizás esta sea la última carta que te escribo. En
fin, te contaré lo que he estado viviendo:
Todo
comenzó cuando vi “Propuestas de Julio”, la más fantástica película que te
puedas imaginar. Ana García, la actriz que se convirtió en mi modelo a seguir,
es la protagonista. Cuando la vi, se me puso la piel de gallina, me emocioné
muchísimo. La vi una y otra vez para poder comprender cuál era la causa por la
cual me sucedía esto. No lograba descifrar cuál era la clase de euforia que
sentía en las venas. Lo más raro era que cada vez que volvía a
verla, volvía a sentir lo mismo. Eso que me pasaba era distinto a cualquier
sensación que antes pudiera haber tenido. Luego de 4 meses de quedarme
encerrada en mi cuarto pensando en esto, y por esa razón la tardanza de esta
carta, pude entender.
Comenzó
en un almuerzo familiar cuando de repente se presentó la palabra “vocación”, que nunca antes había escuchado. Fue entonces cuando le pregunté a mi
madre qué significaba. Me dijo: “Es algo a lo que te quieres dedicar en
tu vida. Algo que no puedes rechazar, simplemente te llama, te busca y te
atrapa”. En ese momento fue cuando entendí que lo que me pasaba con Ana García y su
película era que yo deseaba ser ella, deseaba ser actriz. Pasaron dos semanas
y no conseguía sacarme esta idea de
mi cabeza. Le pregunté a mi madre por su vocación, a lo que luego de una carcajada me respondió con un “¡Ay mi niña, pero qué tonta eres! Las mujeres no
tenemos vocación, las mujeres nacimos para cuidar de nuestro hogar y nuestra familia, para criar a nuestros hijos y cuidar a nuestros padres cuando envejecen. Esa es nuestra función". Me quedé pensando
mucho tiempo en lo que me había dicho. ¿Cómo era posible que yo, siendo mujer, tuviera una vocación?
Un
día me presenté ante mi madre y le dije:
-¿Y
Ana García?
-¿Qué
pasa con Ana García? Es
una mujer, ¿cierto?
Mi madre río.
- ¡Pues claro que es mujer!
- ¡Pues claro que es mujer!
-Bueno
madre, tú me has dicho que para tener una vocación hay que ser hombre, y Ana
García es una mujer y su vocación es ser actriz, ¿cómo es posible?
-Marta,
existen personas como Ana García, rebeldes y con algún tipo de locura, que se
piensan que pueden hacer lo que quieran con sus vidas. Pero no es así como debe ser. Cada uno de
nosotros nace con una función en la vida que le esta predestinada según seas hombre o mujer.
-¿Y
si quiero ser actriz?
-Eso
es imposible. Déjate de tonterías: ya te he dicho que las mujeres nacimos para ocuparnos de nuestro hogar, y vaya tarea que es esa si quieres hacerla bien.
-Madre,
te estoy diciendo que quiero ser actriz, no ocuparme de las tareas hogareñas. Y tampoco sé si quiero casarme y tener hijos.
Eso pareció enceguecerla. Se
paró y me dio la cachetada más fuerte que te puedas imaginar. Me dijo que era una insolente, que si seguía diciendo esos disparates iba a considerar que no era más su hija y que se avergonzaba de mí.
Encerrada en mi cuarto, te diré que casi confinada, tanto era el enojo de mi madre, me pregunté una y otra vez qué había hecho yo para merecer esto. Siempre he sido buena persona, buena hija, he asistido a la iglesia puntualmente. Fue entonces cuando comencé a preguntarme:: ¿Por qué tuve que nacer siendo mujer?
Encerrada en mi cuarto, te diré que casi confinada, tanto era el enojo de mi madre, me pregunté una y otra vez qué había hecho yo para merecer esto. Siempre he sido buena persona, buena hija, he asistido a la iglesia puntualmente. Fue entonces cuando comencé a preguntarme:: ¿Por qué tuve que nacer siendo mujer?
Unos días más tarde, estaba viajando en el tranvía con mi hermano Jorge, cuando él empezó a hablarme de su trabajo, de lo mucho que le gustaba. Me sentí tan envidiosa de él, que por solo tener el pelo corto y peinarse con gomina o tener barba pudiese hacer lo que le venga en gana, entrar y salir sin pedir permiso, conocer diferentes muchachas...Puede ser feliz, y yo no, yo he nacido para
sufrir porque he nacido mujer.
Los últimos dos meses he llorado a escondidas sin parar. Me di cuenta que vivir así no era vivir. Que prefería morir. Por lo que después de mucho meditarlo, decidí abandonar a mi familia y huir de mi casa.
Eso hice una tarde en que mi madre visitaba a sus primas. Tomé un bolso que mi madre había comprado para Navidad y puse todo lo que pudiera llegar a hacerme falta..Salí de mi casa medio a escondidas porque mi padre estaba en el estudio en el que hay una ventana que da a la calle.
A las cuatro horas de haberme ido de mi casa, me detuvieron dos hombres muy altos y con espalda muy grande quienes me dijeron que mis padres me estaban buscando desesperadamente. Al escuchar esto, me sentí medio mal, pero recordé por qué había huido de mi casa y quise escaparme, pero me agarraron y ahora estoy aquí, en el baúl de un coche escribiéndote esta carta. Sé que moriré porque escuché a los dos hombres hablando acerca de matarme. No tengo miedo, no quiero vivir más, por lo menos no así, pero espero que después de esta carta recibas otra…
Los últimos dos meses he llorado a escondidas sin parar. Me di cuenta que vivir así no era vivir. Que prefería morir. Por lo que después de mucho meditarlo, decidí abandonar a mi familia y huir de mi casa.
Eso hice una tarde en que mi madre visitaba a sus primas. Tomé un bolso que mi madre había comprado para Navidad y puse todo lo que pudiera llegar a hacerme falta..Salí de mi casa medio a escondidas porque mi padre estaba en el estudio en el que hay una ventana que da a la calle.
A las cuatro horas de haberme ido de mi casa, me detuvieron dos hombres muy altos y con espalda muy grande quienes me dijeron que mis padres me estaban buscando desesperadamente. Al escuchar esto, me sentí medio mal, pero recordé por qué había huido de mi casa y quise escaparme, pero me agarraron y ahora estoy aquí, en el baúl de un coche escribiéndote esta carta. Sé que moriré porque escuché a los dos hombres hablando acerca de matarme. No tengo miedo, no quiero vivir más, por lo menos no así, pero espero que después de esta carta recibas otra…
Marta,
que te quiere mucho.
MILENA BONIFACINI