viernes, 4 de julio de 2014

Deseo de libertad

A Kala le gustaba salir a caminar junto a su hermana pequeña en las noches estrelladas, cuando el cielo estaba completamente despejado y la luna iluminaba las calles por las que paseaban. Las dos disfrutaban mucho de estas salidas nocturnas ya que era el único momento del día en el que podían descansar. Sus jornadas laborales eran muy largas y pocas veces sus dueños les daban el permiso para salir un tiempo determinado, así que intentaban aprovechar al máximo esa poca libertad que les concedían de vez en cuando. Aunque en realidad, el término ''libertad'' nunca había estado totalmente presente en sus vidas. Kala y su hermana Julieta, dos mujeres de piel negra, habían sido cazadas en sus propias tierras y transportadas durante muchos años a diferentes lugares en grandes barcos viviendo en terribles condiciones, alejándolas de sus tierras originarias. Fueron vendidas y compradas como objetos por hombres blancos en Argentina.
 Durante el día, trabajaban en una lujosa casa de una familia muy adinerada, ubicada en el centro de la ciudad de Buenos Aires, que las habían comprado en uno de sus viajes para que realizaran las labores domésticas. Por suerte para ellas, al obedecer las órdenes de sus dueños sin ninguna queja, eran tratadas con mucho respeto. Aún así, a pesar del buen trato que llevaba con esa familia, Kala tenía una sensación de resentimiento hacia aquellas personas que la habían separado de su familia y arruinado su vida para siempre. Siempre había pensado en la posibilidad de escaparse, pero era muy peligroso y las consecuencias que tendría que pagar si la llegaran a atrapar serían terribles.
En una de esas noches en las que salía a relajarse de todo el trabajo del día, Kala decidió recostarse sobre el húmedo pasto mojado por el rocío y, sin darse cuenta, unos minutos después se había quedado dormida. En su corto sueño, estaba junto a su familia en una gran casa con ventanas inmensas por las que ingresaba la luz del sol brillante durante todo el día. Sus hermanos corrían felices por los campos, sin el peligro de poder ser atrapados por algún hombre blanco que los quisiera cazar y sin ser privados de la libertad que tanto deseaban.
 El tiempo pasaba y Kala no regresaba a la casa. Los dueños preocupados por su larga ausencia, fueron hasta la pequeña habitación que ella compartía con Julieta y le preguntaron si sabía dónde se encontraba su hermana, pero no supo responder. Inmediatamente, salieron de la casa y comenzaron a gritar con la esperanza de que Kala apareciera. Unos minutos después, Kala se despertó sobresaltada al oír que sus dueños la estaban llamando y volvió corriendo lo más rápido posible. Al encontrarse cara a cara con su amo, intentó explicarle lo que le había pasado, pero éste muy enfadado la interrumpió, y sin dudarlo la golpeó fuertemente en la cara y una lágrima de dolor  recorrió el rostro de ella. La poca libertad que había conseguido, la había perdido de un instante a otro.
Fue encerrada bajo llave durante semanas en una habitación situada al fondo del patio de la casa, muy pequeña y oscura, donde el aire estaba lleno de polvo debido a la falta de limpieza y no se podía respirar con facilidad. Lejos de su alcance estaba la posibilidad de escaparse junto a su hermana, como había soñado durante tanto tiempo, y así poder comenzar una mejor vida en otra parte. Al no alimentarse por tantos días, su salud se fue agravando y casi no tenía fuerzas para levantarse. Por una pequeña ventana que había en una de las paredes de la habitación, podía observar como pasaban los días y su hermana debía cargar con todo el trabajo que antes realizaban juntas.
Una nublada mañana, Julieta intentó escapar de sus obligaciones por un rato para poder visitar a su hermana a quien no veía desde que había sido encerrada. Abrió sigilosamente la puerta trasera de la casa que daba directamente al patio, y atravesó un camino de piedras que llegaba hasta esa horrible habitación donde estaba Kala. Al espiar por la cerradura de la puerta, en el interior pudo ver el cuerpo de su hermana que yacía inmóvil en el suelo, inerte. En ese momento una sensación de tristeza y enojo recorrió su cuerpo, lo que la impulsó a correr lo más lejos que pudo, pero para su mala suerte un hombre logró alcanzarla y llevarla de vuelta a la casa antes de que se fuera demasiado lejos.
Julieta sabía que estaba condenada a vivir el resto de los días bajo el poder de aquellas personas que habían acabado con la vida de su hermana, y quizá también con la de su familia. Pero eso no lo sabía ni lo iba a saber nunca. De lo único que estaba segura es que nunca podría conseguir la libertad que ella y Kala habían deseado durante toda su vida.

Sofía Cabanchik.

1 comentario:

  1. Sofía: hacés un buen text,o sin errores de expresión y con una historia sencilla, bien planteada, sin embargo, no construís una época sino que se la da por sobreentendida y no aparece. Queda pendiente, además, el trabajo sobre el discurso para hacer que esta narración sea un cuento. Repensar conceptos propios de la ficción, como extrañamiento y artificio.
    Nota: 8

    ResponderBorrar