viernes, 4 de julio de 2014

Querido medico

Los vecinos de la cuidad se reunieron esa tarde para despedir al único y prestigioso medico que la corona española había mandado al virreinato con el fin de ocuparse de la salud de los habitantes. Era un hombre de muy buenos modales y buen trato. Era muy elegante: usaba levita y reloj de bolsillo, cuya cadena de oro relucía a la distancia.
Todos sabían que la nave que lo llevaría a su tierra, zarparía del puerto de buenos aires al día siguiente. También sabían el motivo de su regreso a España: su hijo había enfermado de gravedad poco antes de venir a estas tierras para unirse a la cruzada de atender a los pacientes que lo necesitaban en América. Por eso, eso no fue una despedida como tantas otras; fue una despedida doblemente triste: por un lado, la gente sentía tristeza ante el abandono que significaba la partida del doctor y por otra parte sabían el gran sufrimiento que sentía en lo mas profundo de su corazón ese hombre que acudía a socorrer a su hijo, huérfano de madre, sabiendo que la cura de su enfermedad seria un milagro. Nadie dejo de alentarlo esa tarde en la metrópoli: desde el virrey en persona hasta el vendedor de velas, el aguatero y la mulata que vendía empanadas calientes en la puerta de la iglesia. Cuando ya anochecía, se marcho a su casona para esperar despierto la llegada del nuevo día y partir para cruzar el ancho del mar.
¡Que desamparados se sintieron todos los porteños durante un largo tiempo! Quien tenia un problema de salud, debía conformarse con ser atendido por una bruja, hechicero y mano-santo. Se cuidaban mutuamente recomendándose remedios caseros ante cualquier síntoma:
Doña maría, para curar el catarro recomendaba cataplasmas de mostaza; si alguien tenia problemas bronquiales mas serios o no dejaba de estornudar, Don paco aplicaba ventosas. Así se sentían, capaces de sobrevivir hasta que desde España les llegara un reemplazante del querido medico Funes. La espera se hizo interminable. Casi a diario, el virrey, máxima autoridad en la región, trataba de calmar la ansiedad de quienes necesitaban atención medica con urgencia.
-Pensar que bromeábamos tanto con el llamándolo mata-sanos, y el nunca se enojaba por ese apodo-comentaban en la plaza mayor las mujeres con mantilla y peinetas, luego de la misa dominical.
¿Como seria el nuevo facultativo enviado por los reyes de España? ¿Seria tan comprensivo como el anterior, que cobraba unas pocas monedas por asistirlos? No había otro tema en las tertulias nocturnas que realizaban los hombres mientras las mujeres bordaban y los escuchaban como si fuesen hombres sabios.
Los meses se hicieron interminables, hasta que una madrugada, el pregonero, se encargo de llevar esperanza a cada uno: ¡Esta tarde llega el barco reina isabel que trae medico! y el pregón fue repetido calle por calle durante horas. Nadie dejo de ponerse los mejores atuendos: las damas prepararon sus mas elegantes abanicos y los criollos prepararon la diligencia para trasladar al nuevo medico hasta su casa, la cual habia sido limpiada por Maria teresa y sus hijos. Hasta el dueño de la pulpería cerró su negocio para acudir a la bienvenida.
El navío que primero fue un punto en el horizonte, se fue acercando lentamente y atracó. Bajaron sacerdotes, maestros y campesinos. Por ultimo dos hombres aparecieron en la cubierta del barco.
¿cual de esos dos seria el nuevo doctor?-gritaban.
El misterio pronto dejo de serlo: uno de los dos era el doctor funes pero nadie sabia quien era el otro. Ya en tierra firme, Funes se encargó de presentarlo: "este es mi hijo, gracias al cielo y a dios se ha salvado de su tuberculosis", y luego agregó: he vuelto porque mi vida esta junto a la de ustedes y mi hijo Manuel ha sido nombrado secretario del virrey por las autoridades hispanas.
Esa noche hubo un gran festejo.


Nahuel Campagne,  4to 1ra,  TM

1 comentario:

  1. Nahuel: interesante que ubiques tu historia en este marco, sin embargo necesita mucho trabajo para hacer de ella un buen cuento. No hay un conflicto que tensione los hechos hasta llevarlos al desenlace sino una serie de anécdotas provocadas por la falta de un médico. Además,¿quién es protagonista:el doctor o los porteños?
    Cuando ven arribar el barco, se dice "dos hombres aparecieron en la cubierta del barco"; si los están viendo ¿cuál es el misterio? ¿Por qué demorar el apellido del doctor hasta el final si no funciona como clave? Afirmar "atendido por una bruja, hechicero y mano-santo" resulta incoherente con una colonia católica a la que llega el brazo de la Inquisición y más en el siglo XVIII.
    Rever construcción de oraciones, tiempos verbales, puntuación, uso de mayúsculas, ortografía.
    Nota: 5

    ResponderBorrar